Los latinos se consolidaron en 2012 como una poderosa fuerza electoral

El 6 de noviembre los republicanos probaron la hiel de la venganza hispana en las urnas. Finalmente, el precio de vivir de espaldas a la comunidad latina en Estados Unidos y atizar durante casi dos décadas el espantapájaros del odio, rechazo y persecución les costó la Presidencia. El veredicto en las urnas, en las pasadas elecciones generales, dejó tras de sí dos importantes lecturas: la primera, que cualquier político que intente conquistar la Casa Blanca y hacerse con la unción popular de esa mayoría plural que ha cambiado la piel de toda una nación, deberá contar en adelante con el apoyo de esa minoría latina que hoy ya representa 11% del padrón electoral. La segunda, que las muta ciones constantes en el frente demográfico han marcado el principio del fin para la hegemonía del hombre blanco y conservador en Estados Unidos. Repetido en incontables ocasiones, entre esas generaciones de niños que llegaron en aluvión en compañía de sus padres indocumentados o que nacieron y crecieron en un ambiente de prejuicio y segregación --para superar hoy la frontera de los 23 millones de electores hispanos en Estados Unidos--, el viejo cuento del gigante dormido que despierta y comienza a deambular por la geografía de una nación que le ha ignorado durante décadas mientras le escatimaba sus derechos, se ha hecho realidad. El voto hispano ha dejado de ser un fenómeno coyuntural. Punto. Esa es hoy una realidad que constatamos en las pasadas elecciones presidenciales y que se mantendrá como una constante de la realidad política, social y económica, le guste o no al hombre blanco y conservador, opina Juan José Gutiérrez, presidente de la organización Vamos Unidos USA, en el suroeste de Estados Unidos. Cada mes, aproximadamen te 50.000 jóvenes de origen mexicano, ecuatoriano, salvadoreño, chileno o argentino estarán alcanzando la mayoría de edad y podrán votar. Esto significa que por cada año 600.000 jóvenes se incorporarán al padrón electoral. Y si multiplicamos ésta progresión por 20 años, tendremos un total 12 millones de votos adicionales que se sumarán a los 23 millones que ya figuran en las listas de electores, enumera Gutiérrez. Y si a eso sumamos el voto del inmigrante que se naturalizará, a partir de las reformas migratorias inevitables que están por venir, estamos hablando de una población de entre 12 y 20 millones de habitantes que se incorporarán como ciudadanos con plenos derechos, afirmó. Así es que, insisto, el voto hispano ya ha dejado de ser...

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