La ley es la ley. Autoridad e interpretacion en la filosofia del derecho.

AutorLariguet, Guillermo

La ley es la ley. Autoridad e interpretacion en la filosofia del derecho, Buenos Aires, Katz editores, pp. 206, Andres Rosier

Cuando lei La ley es la Ley, del profesor Andres Rosier experimente una variedad de sensaciones mentales. La primera y principal era, y es, que se trata de un gran libro. Las criticas que trazare, en algun momento, no empanan ese hecho, sino que son una forma de tributar lo dicho. Solo las grandes obras merecen la critica, las demas solo el olvido.

Antes de hablar de mis sensaciones mentales, y de la obra en si, algunas palabras breves sobre el autor de la misma. Andres Rosler, es Doctor en Jurisprudence por la Universidad de Oxford, donde, algo mas joven, trabajo bajo la tutela del profesor John Finnis. Actualmente, Profesor Titular por concurso de Filosofia del Derecho en la Facultad de Filosofia de la Universidad de Buenos Aires, Rosler se dedica, desde hace anos, al pensamiento politico en hibridaciones interesantes con el pensamiento juridico. Experto en Aristoteles, en Hobbes, en Carl Schmitt (al fin, nadie es perfecto (1)), Rosler ha escrito, para la misma casa editorial, antes del libro que estoy resenando ahora, otro libro, Razones publicas, que tuve la suerte de discutir parcialmente, como ocurre casi siempre entre filosofos--en un encuentro academico realizado, a ese efecto, en la ciudad de Rio Ceballos, en un apacible hotel de las serranias de la Provincia de Cordoba (aunque no todas las emociones politicas de los participantes fueron tan apacibles durante ese debate con Rosler).

Yendo al grano, La ley es la ley, no parece, salvo que uno sea un logico superficial, un enunciado meramente tautologico. Su fuerza pragmatica, mas bien, del orden retorico, orden del que ha bebido mucho un Rosler admirador de Ciceron y Quintiliano, entre otras fuentes que el y yo compartimos de adoracion, es un libro que apela energicamente a defender la interpretacion "estricta" de la ley. O sea, a ser deferentes con lo que los juristas mas viejos llamaban la "voluntad del legislador".

Pronunciar el enunciado "la ley es la ley", me recuerda, quiza en un "entre lineas", a algunos positivistas luego "redimidos" como Radbruch; redencion que para otros mostraria que no entendio nunca bien el positivismo juridico. Pese a su fuerza retorica, evidente para mi al menos, el apelativo "la ley es la ley" no deja de estar r odeado de cierto misterio incluso metafisico. Escuchar el brocardo es como transportarse, de golpe, al relato inquietante--como casi todos--de Kafka de "Ante las puertas de la ley", para comprender, o no terminar de hacerlo, que las puertas de la ley siempre estuvieron abiertas para uno, a juzgar veridicas las palabras del "guardian". Y la expresion "guardian" acaso es una metafora del mismo Rosler, alguien que parece escribir La ley es la ley posicionandose en el "papel" (creo que no meramente "teorico" sino "interno" y "normativo") de quien siente que la sombra de la amenaza sobre la ley ya llego de la mano de lo que el, siguiendo conocida literatura iusfilosofica, denomina el "interpretativismo".

La ley es la ley esta escrito con la energia de los guardianes que perciben la amenaza antes referenciada. Hace anos ya esa defensa la encaro Joseph Raz de la mano de una nocion de autoridad; mas tarde, en habla hispana, Francisco Laporta se erigira en otro defensor del Imperio de la ley, con el argumento de que la autonomia moral fuerte exige un imperio de la ley; un imperio que, ironicamente, no seria el del "imperio" del derecho dworkiniano.

Es por la fuerte energia, hasta retorica, que tiene la obra de Rosler (energia que no veo en la rigurosa prosa de Raz) y, posiblemente, debido a ese pulso escriturario que perciben los espiritus delicados, la obra deberia ser leida por cualquier filosofo del derecho que quiera ilustrarse. O, quizas, para ser mas precisos, por aquellos filosofos que comprendan que su rol es el de ser guardianes, o ser mejores guardianes si se percatan de que no estan avisados de la amenaza ya cernida sobre la ley (positivistas juridicos que se contentan con discusiones meramente "metodologicas") y, por supuesto, tambien debiera ser leida por el adversario a conjurar; o sea, por el "espectro", hablando como Derrida, que hay que exhu mar y matar de una vez: el interpretativismo "dworkiniano" y sus adlateres vernaculos y extrarradio.

Voy a conjeturar, concesso non dato, que quien "conoce", supuestamente, un poco mas a Andres Rosler correlaciona su estilo de escritura con esa variedad de caracteres que combinan a un abogado especialista en trucos argumentativos (2), con un rabino experto en la Tora, de agudo sentido del humor, y amante de las grandes ciudades...

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