Algo más que un líder autoritario

Es demasiado sencillo enterrar a Chávez en el catafalco de los líderes autoritarios, como un representante más de América Latina en toda su tipicidad.Quedan varias cuentas por hacer antes de dejarlo allí.La primera es la del pasado político venezolano anterior.Chávez no es inmotivado. Tampoco es el primer presidente de Venezuela que despilfarra la renta petrolera; no es el primero que esboza planes suntuosos que quedan a mitad de camino, olvidados, cubiertos por la ocurrencia siguiente. No es el primero que usó esa renta en el corto plazo, discurseando sobre el futuro sin darle bases más sólidas.La segunda cuenta requie re no repetir, en el juicio sobre Chávez, los rasgos sumarios de sus propios pronunciamientos ni la grandilocuencia sin fisuras de sus gestos. Nos ponemos rápidamente de acuerdo: no le interesaba la lógica republicana. Pero Chávez fue algo más que un militar vuelto líder carismático que despreció las libertades clásicas. Su historia, desde que conoció, como ca dete, al nacionalista peruano Velazco Alvarado, el presidente de la reforma agraria, trae anuncios desde el comienzo.No fue un recién llegado al escenario, que se transforma a medida en que se consolida.Anunció lo que llegaría a ser.Chávez fue, además, un caudillo militar y usó al ejército no sólo como instrumento de un golpe, sino también como sostén de su expansiva fuerza territorial. En esto se diferencia de otros líderes de América Latina, en primer lugar de Evo Morales, de Correa y de Néstor Kirchner, que se sostuvieron con fuerzas de otro origen.Su poder se extendió dema siado, pero su popularidad no resultó solamente de un vasto parque de artefactos publicitarios y del adoctrinamiento de masas. Su imagen no se...

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