Petre Maxim retrató el país cuando aún era una promesa

El rumano Petre Maxim desembarcó en La Guaira en 1950 para descubrir un país que seis décadas después no existe. Fue diplomático en Berna, Suiza, y periodista en París. La capital francesa era, entonces, la ciudad que seducía a los artistas plásticos venezolanos. Él, empero, la abandonó para trasladarse a una nación que prometía convertirse en potencia latinoamericana.

Las 60 imágenes que se exhiben a partir de hoy en la sala TAC documentan el proceso modernizador que vivió Venezuela entre las décadas de los cincuenta y sesenta. Maxim, quien actualmente tiene 98 años de edad y vive en Seattle, Estados Unidos, hizo la mayor parte de las piezas por encargo para la revista Shell. Es la primera vez que al europeo se le dedica una exposición individual. Maxim llegó a Caracas e inmediatamente se hizo fotógrafo, cuenta Douglas Monroy, curador de la antología Retrato de un tiempo. Su lente registró el avance de los tractores en el campo y el movimiento de las turbinas en la planta eléctrica de Tacoa, así como el progreso de la industria petrolera, la construcción de autopistas y ferrocarriles.

El fotógrafo no sólo se interesó por la industria, sino por cómo la modernización del país cambiaba, paulatinamente, el paisaje y a la gente. Retrató a personalidades como Renny Ottolina y Freddy Reyna, a pescadores en plena faena y a jóvenes en práctica de gimnasia rítmica. También se interesó en los mercados y documentó las colecciones...

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