Las mujeres en las ciencias de la salud.

AutorAlcaraz Ariza, Mar

Resumen

Este trabajo ha tenido una doble vertiente. En su primera parte, se ha presentado una panorámica general de la presencia de las mujeres en el ámbito de las ciencias de la salud, campo tradicionalmente en poder del hombre. Desde Agnódice, matrona pionera y precedente para las mujeres médicas, las mujeres tuvieron que luchar para acceder a un mundo que siempre les fue vetado a lo largo de la historia, tanto desde un punto de vista académico como profesional. En la segunda parte de este artículo, se han recopilado diversas aportaciones al avance de la medicina por parte de las mujeres, que se han traducido en la concesión de varios premios Nóbel y en el crecimiento del léxico médico internacional mediante la creación de epónimos o términos construidos sobre propios. Ambos acontecimientos significan un reconocimiento de la importancia de la labor realizada por las mujeres en el mundo de la ciencia.

Palabras clave: mujeres, ciencias de la salud, terminología médica.

This work has been two-fold on the one hand, it offers a general overview of the women's presence in the health sciences, a traditionally male-dominant profession. From Agnodice, a pioneering midwife and a precedent for women in medicine in general, along the history women had to struggle against the laws forbidding them to get into a world out of their reach, both from an academic and professional standpoint. On the other hand, this work include some women's contributions to the progress in medicine, which has resulted in the awarding of several Nóbel prizes and in the growth of the international medical lexicon through the creation of eponyms or terms built on proper names. Both facts have highlighted the importance of the work carried out by women in the world of science.

Key words: women, health sciences, medical terminology.

  1. Introducción

    Aunque la Historia haya tenido por costumbre silenciar a las mujeres y en general haya limitado su rol social a los quehaceres del hogar y cuidado de los hijos, ellas siempre han estado presentes en el mundo de la ciencia desde los tiempos prehistóricos. Sus inventos, trabajos e investigaciones han contribuido en gran medida al desarrollo de la humanidad. De sus primeras contribuciones dan fe las técnicas que desarrollaron para la fabricación de pan, la conservación de alimentos, la preparación de licores fermentados, la transformación de fibras naturales en hilos, el teñido de los tejidos o la fabricación de perfumes. También, durante mucho tiempo, se dedicaron al oficio de la partería y a curar enfermedades gracias a sus conocimientos sobre plantas medicinales.

  2. Objetivo/metodología

    En este trabajo se han perseguido dos objetivos: en primer lugar, hacer un recorrido sobre las diferentes funciones (matronas, sanadoras, enfermeras y médicas) que han ido desempeñando las mujeres en el campo de las ciencias de la salud y, en segundo lugar, averiguar si esta presencia femenina se refleja en el ámbito médico y de qué forma. Para alcanzar este segundo objetivo, hemos recurrido a una serie de diccionarios médicos, redactados en lenguas diferentes (alemán, español, francés e inglés) y a recopilatorios colgados en Internet. De estas diferentes fuentes hemos extraído los datos que comentamos en la segunda parte de nuestro artículo: por un lado, la presencia femenina se refleja en la concesión de premios Nóbel de Fisiología y Medicina y, por otro, que ha dado lugar a la formación de epónimos o términos, por lo que ha contribuido al crecimiento de la terminología médica. La inclusión de nombres propios y de epónimos en los diccionarios y recopilatorios médicos, que por lo general recogen los mismos términos con independencia de la lengua en la que están escritos, son una prueba irrefutable del reconocimiento de la contribución de la mujer al arte y a la ciencia de la medicina dentro de la comunidad científica internacional.

  3. La mujer en la medicina

    La mujer siempre ha estado involucrada en la práctica de la medicina. Este hecho se puede documentar en varias historias bíblicas (Génesis 21: 1-2, Génesis 35:16 y Génesis 38: 27-30) en las que se hace referencia a valiosas profesionales y diestras comadronas (Towler y Bramall 1997: 7-9) o en la inscripción <>, que figura en la tumba hallada en el Valle de los Reyes en Egipto donde está enterrada Merit Ptah, primera mujer reconocida como médica ya alrededor del año 2700 antes de la era cristiana.

    La profesión de comadrona, que no sólo incluía traer al mundo al niño sino también encargarse de los preparativos sociales propios de su nacimiento (Wilson 1997: 143), fue una de las primeras profesiones que desempeñó la mujer en el ámbito de la medicina. La partería es una ocupación femenina reconocida socialmente en la era egipcia, y también lo es en la Grecia de Hipócrates y Sócrates (hacia el año 500 a. de J. C.). Sin embargo, la práctica femenina de la medicina en la Grecia clásica no siempre fue aceptada y así, según relata Cayo Julio Higinio, autor y erudito latino del primer siglo de la Era Cristiana, una mujer ateniense llamada Agnódice y conocida como la <> tuvo que enfrentarse en el siglo III a. J. C. a una ley que prohibía a toda mujer el ejercicio de la medicina y de la obstetricia. Cón valentía y tenacidad se disfrazó de hombre (1) y se marchó a Alejandría para estudiar medicina y especializarse en una incipiente ginecología siguiendo las enseñanzas del médico y anatomista ateniense Herófilo de Calcedonia, que gozaba de gran prestigio por sus conocimientos sobre el cuerpo humano. Sigue narrando Cayo Julio Higinio que Agnódice volvió a Atenas y, siempre disfrazada de hombre, ayudó en los embarazos, partos y abortos de sus congéneres, aunque revelaba su identidad a sus pacientes. Su destreza y brillante desempeño le granjearon el aprecio de las mujeres de la aristocracia pero también la envidia de otros médicos del sexo masculino que, viendo mermar sus ganancias económicas, se confabularon contra ella y la denunciaron por practicar ilegalmente la asistencia al parto y la acusaron de corromper a las mujeres de la ciudad. Al comparecer ante la autoridad de su época, Agnódice se levantó la falda para dar prueba de su sexo a los jueces y fue entonces condenada a muerte por violar la ley que prohibía a las mujeres ejercer la medicina. La resistencia de varias Damas de la ciudad que se aprestaron a morir con ella permitió que Agnódice fuera liberada y que ejerciera el arte de la medicina, con la salvedad de que sólo asistiera a mujeres y niños (Alic 1986: 20-34) (2).

    La influencia ejercida por las mujeres en la medicina griega siguió en Roma y unos siglos más tarde Sorano de Éfeso publica un texto en el cual ratifica que sólo las mujeres podían tratar a otras mujeres. Varias médicas, entre ellas Cleopatra y Apasia de Roma, también se dieron a conocer en el siglo III A.C. gracias a la publicación de algunos de sus trabajos sobre su asistencia a las mujeres. Estos trabajos se conservarían y pasarían de generación en generación de mujeres médicas durante casi 1000 años. En la práctica de la partería destacaría Apasia, que se acercó a los problemas médicos desde un enfoque muy práctico e instauró un nuevo método para ayudar a nacer a los bebés que venían de nalgas.

    En el siglo Vil desaparece el Imperio Romano y su relevo lo toma el Imperio Bizantino, que heredaría y preservaría las tradiciones grecorromanas hasta su ocaso en el siglo XV. Durante su máximo esplendor, su metrópoli, Constantinopla, se convierte en su capital y se construyen varios hospitales. Uno de ellos, el hospital del monasterio del Pantocrátor Salvador, lo atienden diez médicos y una médica (Towler y Bramall 1997:21-22).

    En la Europa medieval de los siglos XII a XV las mujeres siguen practicando la medicina y la cirugía con gran competencia, pero no están reconocidas legalmente pues el acceso a los estudios universitarios les suele estar vetado, a pesar del crecimiento de las Universidades y la implantación de la medicina como profesión para cuyo ejercicio se exige una formación universitaria. Así que las mujeres de la aristocracia se ven obligadas a recibir la educación en casa, con profesores particulares y con cursos específicos y textos escritos por médicos sobre recetas, remedios y preceptos. Algunas mujeres de las clases medias, por su parte, pueden asistir a colegios femeninos en los conventos.

    Una excepción a la falta de oportunidades educativas para la mujer se da en el Siglo XII en la ciudad italiana de Salerno, donde florece la primera escuela médica no conectada a la iglesia y primer centro docente con estudios reglamentados. Las <>, médicas y estudiosas de la medicina, ayudaron a que se produjera el renacimiento médico que marcó el fin del oscurantismo en Europa. En esa época se escribe un tratado sobre enfermedades obstétricas y ginecológicas que se conoce con el título de Trótula. De passionibus mulierum ante, in et post partum (Las enfermedades de las mujeres antes,...

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