La nueva soberanía

Lo que hemos entendido como pensamiento progresista aquel que veía con estupor que el general Gómez entregara concesiones petroleras a diestra y siniestra fue creciendo conjuntamente con el despertar democrático del siglo XX para regular nuestra principal industria y fuente de recursos fiscales.Una maraña de regulaciones, legislaciones y políticas impositivas se fue conformando hasta alcanzar en 1975 la nacionalización de la industria. La empresa que hoy conocemos como Pdvsa fue eficientes del mundo, y el Estado venezolano, su único accionista, supo exigirle objetivos de producción y rentabilidad. Los ejercicios fiscales eran revisados con lupa y la cultura corporativa de la empresa respondía a patrones de eficiencia similares a los de una corporación privada.Lejos estamos hoy de lo que en el pasado re ciente entendimos por soberanía, pues de lo que se trata ahora es de una operación de extracción de fondos sin miramientos que incluso compromete la viabilidad financiera de la empresa. Curioso que los que se dicen herederos de aquel pensamiento progresista se comporten hoy como hiperrentistas: en el fondo, exhiben los mismos preceptos que otrora tuvo la Corona española para con los suelos que conquistaba. Esta visión de soberanía que llaman alimentaria se acompaña con una destrucción paulatina del aparato productivo nacional, cuyas consecuencias de escasez ahora nos embargan, precisamente cuando la chequera petrolera no alcanza para mantener el desaforado gasto público. Bastó que los precios del petróleo se estancaran para que la nebulosa del hombre nuevo se esfumara: estos jerarcas de hoy se parecen más a Gómez que a lo que proclaman, pues buscan postores internacionales para hacer lo que se le ha negado hacer al país.Y los postores internacionales, hermanos del alma, llegan...

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