Nutrición a la criolla

Disfrutar en familia las comidas. Aunque la rutina no colabore, reunirse en torno a la mesa es una tradición que merece rescatarse. "Es necesario hacer el esfuerzo de comer juntos, porque en la mesa familiar se aprende a socializar, adquirir modales y probar de todo", señala Armando Scanonne. "Uno se acostumbra a comer lo que comen sus mayores. Cuando hice el libro Mi Lonchera, había quien me decía que el truco para que los niños consuman frutas y vegetales era cortárselos en estrellitas o escondérselos en la comida, pero yo no creo mucho en eso. Quizás funcione la primera vez, pero si los alimentos están bien preparados no debería ser tan difícil. Además, los niños tienen que saber qué están comiendo". Repotenciar las recetas. "Hay organismos internacionales que sugieren que una persona debe consumir más de 30 alimentos distintos durante el día para que haya variedad de nutrientes", indica la pediatra y nutróloga Gilda Stanco. Aunque suena exagerado y caro, basta con reforzar el menú habitual. "Al arroz blanco de siempre se le puede añadir maíz, pimentón o zanahoria y hacerlo a la primavera, por ejemplo. A la arepa con jamón y queso se le puede agregar aguacate o tomate. De hecho, una reina pepeada es un plato excelente y balanceado si uno no se excede en la mayonesa. No hay que eliminar las grasas porque son necesarias; lo que importa es que sean de buena calidad". Medir la sal. El consumo de sal en su justa medida en una persona sana no está contraindicado. "El detalle es que somos un país donde abundan la hipertensión arterial y los problemas cardiovasculares y por eso no debemos abusar. Hay quien sala la comida sin haberla probado", explica la nutricionista Aura Licir. "Yo he visto carritos donde, después de haberle puesto papitas y queso de año al perrocaliente, la gente todavía agarra un salero y le pone más. El punto es que cuando nos excedemos con la sal, también solemos pasarnos con el azúcar: después de un tobo de cotufas en el cine o de un sushi con mucha salsa de soya, nos metemos un refresco gigante o un helado para pasar aquello y las calorías también tienden a aumentar". Moderar las bebidas procesadas. "En términos de consumo de azúcar entre niños y adolescentes, el té preparado y los refrescos son dos de nuestros dolores de cabeza. El refresco en exceso contribuye a la descalcificación de la masa ósea, lo cual evidentemente no es deseable si hablamos de niños en crecimiento", explica la pediatra Gilda Stanco. "También vemos...

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