Olafo presta su brújula

Ya les digo que esta saga que se ha creado a raíz de los cambios en los comics y el rechazo mayoritario de algunos lectores, nos ha servido, como obligación del enfoque y estilo de esta columna, para tratar de encontrar algunas respuestas o algún parangón, si lo hubiera, con la crisis que sufren los diarios impresos por las nuevas tecnologías y los cambios de usos sociales. Mientras esperamos que el periódico concrete el anuncio hecho la semana pasada en el sentido de reconsiderar los cambios realizados, no hemos dejado de pensar en cómo se inscribe ese rechazo de algunos lectores en las búsquedas y propuestas que adelanta, no sólo El Nacional sino la mayoría de los diarios en papel para hacer un periodismo más acorde con los tiempos que vivimos. Se suma uno a la lista de quienes creen que hay que mirar, no a las nuevas tecnologías sino a los cambios sociales que ellas van produciendo. Esto, que pareciera una perogrullada, no lo es tanto si advierte uno la cantidad de científicos sociales que simplistamente insisten en una visión tecnocéntrica, que se empeña en que el asunto está en hacer mejor y más rápidamente las mismas cosas, cuando en realidad, se trata de hacer cosas distintas. La pasividad de los lectores tradicionales está quedando atrás para reclamar a los medios que el manejo unidireccional de arriba hacia abajo ceda espacio a la participación ciudadana, que los medios se conviertan en verdaderos me dios sociales que den cabida a los aportes y a la creación ciudadana. Algo más complicado, por cierto, que una asociación comercial basada en acciones o cuotas de participación. Detrás de estas palabras veo...

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