País archipiélago

H ace unos años el historiador Elías Pino Iturrieta publicó un libro titulado así, País archipiélago, un análisis de la Venezuela republicana, entre 1830 y 1858, sus personajes y sus duelos políticos, y su más resaltante característica: un país absolutamente aislado, cada región era una isla. El historiador retrata la geografía fragmentada, que era más infierno que paraíso. Los primeros 28 años de nuestra andanza como país independiente.

Más de siglo y medio después, Venezuela vuelve a ser el "país archipiélago". El país aislado, cada región una isla. Y las islas, como Margarita, condenadas a la soledad y a la crisis. A diferencia de 1830, el aislamiento de ahora es un aislamiento hecho por la revolución bolivariana y su inmarcesible líder, el comandante Hugo.

En los 50 años que precedieron al ascenso al poder del señor comandante, los gobiernos se esforzaron en construir carreteras, autopistas y vías vecinales. Venezuela era un país bien comunicado. No digamos que era el paraíso, pero estaba en las antípodas del infierno que nos ha regalado la revolución y su inefable comandante y líder único.

En manos de Hugo Chávez Frías la geografía venezolana da lástima. El gran comandante ha recibido más dinero contante y sonante que todos los gobiernos que lo precedieron desde 1830.

Malbarató tantos millones, como un verdadero mago. La caída del puente de Cúpira ilustra el desastre. Ahora los caraqueños o los del centro comienzan a padecer lo que desde hace más de siete años vienen sufriendo los andinos. Allá se cayeron los puentes y todavía transitan por los de guerra o provisionales, y el comandante, como si nada. Él anda, en efecto, por las alturas...

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