El pajarito de Maduro

El 3 de septiembre de 1945, el doctor Diógenes Escalante, candidato a la suce sión del presidente Medina Angarita, con la bendición de éste y de los que entonces tenían capacidad de decisión, disparató de lo lindo para consternación de Ramón J.Velásquez, su secretario, y de los notables de entonces, con Uslar Pietri a la cabeza, que no vacilaron en designar una junta médica para que se ocupara de examinar al virtual jefe del Estado.El veredicto de esa junta fue devastador. Escalante estaba más tostado que fondo de caldero e incapacitado para el ejercicio presidencial. Lo que vino después no fue consecuencia de su locura, sino de la irracionalidad del PDV, que impuso la poco potable candidatura de Ángel Biaggini.A finales del año pasado, cuando más de medio país estaba convencido de lo inevitable de un desenlace fatal en la enfermedad del presidente Hugo Chávez, sus apósteles le negaron a los ciudadanos toda posibilidad de que una junta médica revisase y diagnosticase al paciente para, así, transitar sobre seguro el sendero constitucional y evitar que el enfermo hiciera valer su mandato testamentario en los términos que fue formulado.Relacionamos esos dos mo mentos de nuestra historia republicana porque en ambos la enfermedad demencia en el primer caso, cáncer en el más reciente es la fuerza motriz que precipita los acontecimientos. Y si en el primero hubo aceptación y en el segundo negación, nos preguntamos qué sucedería si se diese un tercer caso de incapacidad para gobernar.Porque, al parecer, al designado por Hugo Chávez se le subieron los humos a la cabeza y está dando muestras evidentes de falta de...

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