Mi película no traiciona el universo guajiro

Aunque no sale de sus labios, sino de los del entrevistador, a Miguel Curiel le agrada la expresión realidad alterada, mucho más que realismo mágico para Wayúu: la niña de Maracaibo. El director y documentalista, que hace 26 años llevó al cine la dramaturgia de José Ignacio Cabrujas con Una noche orien tal 1986, se autodefine como un provocador malcriado, antisistema y amoral y defiende el derecho de hacer un cine totalmente personal. Su película es inclasificable. Lo de la niñapuede confundir: no se trata de una experiencia para toda la familia. El filme parte de la estructura del policial, aunque la lógica peculiar de la Guajira, que intenta ser definida en incontables ocasiones en los diálogos infierno de chivos y cujíes o donde ser y estar se confunden se apodera del filme con el poder corrosivo del salitre. Como la bebida del coquinche chirrinche con coco: el que la toma ya no se puede marchar. Daniel Alvarado, en un doble papel de traficante de esmeraldas y vendedor de cepillaos, alcanza una dimensión terrorífica como un Idi Amín Dada del Catatumbo. ¿Cuánto le debo del costo de la película? No tengo idea. Con Daniel todas las puertas se abren en Zulia, revela Curiel. En virtud de un convenio de financiamiento español que propició la presencia del actor vasco Asier Hernández como el detective Joseba, el filme comienza con un insólito contrapunteo entre el euskera y la lengua autóctona...

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