Pequeña historia chilena

Mi nieta cree que los edificios bailan. Está a punto de cumplir 3 años y sus padres no han encontrado una mejor manera de explicarle los temblores. Viven en Santiago, una ciudad que ya ha incorporado los terremotos a sus rutinas. Su sentido de la alarma es distinto. El movimiento de la tierra no es ya una emergencia inesperada. La frecuencia ha domesticado sus sustos. Ven los edificios balanceándose de un lado a otro y piensan en una cumbia.Esta semana pasé varios días en la capital chilena. Estaba invitado por el Festival Internacional de Literatura Filba que se realiza de manera simultánea en Buenos Aires, Santiago y Montevideo. Se trata de una extraordinaria iniciativa, organizada por una fundación sin fines de lucro, que ya lleva siete ediciones promoviendo la literatura, creando espacios y experiencias ciudadanas ligadas a la lectura, a la fiesta de las palabras.Después de aterrizar, y ya en un taxi camino al hotel, el chofer me advirtió que el clima estaba bien pero que había muchas réplicas. Después de un terremoto de una magnitud razonable, un leve estremecimiento se mantiene repicando entre las calles. La ciudad pasa días viviendo entre el eco de un temblor.Pero no sentí nada. No vi bailar nin gún edificio. El único movimiento que me sacudió no vino del fondo de la tierra sino de la superficie, de un barrio situado en el borde de la ciudad. Al igual que en otras ferias, también aquí habían organizado un evento que pone en contacto a un escritor extranjero con alguna comunidad estudiantil de menores recursos o más vulnerable, como acotan algunos sociólogos, siempre pretendiendo no referirse a la pobreza por su nombre. En general, este tipo de experiencias suelen ser extraordinarias y cada vez más frecuentes en los encuentros literarios. En Guadalaja ra se llaman Ecos de la FIL, en Medellín el programa se conoce con el lema Adopta a un autor. Y la idea más o menos es similar: un grupo de estudiantes pasa un tiempo leyendo alguna obra de un escritor y, luego, tiene la oportunidad de conversar con él. En Chile el proyecto se llama Diálogos en movimiento. Comenzó hace 3 años con 8...

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