Policía menguada

Dexy Ramos estuvo secuestrada durante cinco días. En esas horas que pasó confinada, con los ojos vendados y expuesta a amenazas de muerte, rogó a Dios por su vida y la de sus familiares. Poco después de haber sido liberada en Mamporal, Miranda, hizo una declaración que pareció otro ruego, pero esta vez por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, la institución que se encargó de su caso. Ellos trabajan con las uñas y necesitan recursos, dijo la corredora de seguros, de 46 años de edad, quien fue plagiada a mediados de septiembre en una estación de gasolina en Coche, Caracas. Más que una expresión compasiva, la frase encerró un diagnóstico sobre la situación del organismo encargado de investigar y resolver los delitos que se cometen en Venezuela, país con una de las tasas de violencia criminal más altas del continente. El año pasado, según los datos del propio Cicpc, se perpetraron más de 13.080 homicidios, 686 secuestros y 64.449 robos. Las cifras reflejan apenas los casos denunciados o conocidos: de acuerdo con las proyecciones de la encuesta de victimización que publicó el Instituto Nacional de Estadísticas en 2010, la incidencia de cada uno de esos delitos es realmente mucho mayor y el alcance del fenómeno desafía al Estado y sus instituciones, entre ellas una policía que vive una hora menguada. Después de 53 años de histo ria, el aura de prestigio que envolvió al organismo en décadas precedentes parece desteñida. La institución no ha sido una prioridad para el Gobierno a pesar del entorno de criminalidad en el que vivimos, afirma Juan Martín Echeverría, quien entre 1971 y 1977 dirigió lo que en esa época tenía nombre y siglas distintas: Cuerpo Técnico de Policía Judicial. El déficit de investigadores, la falta de equipos y de insumos básicos, la reducida asignación presupuestaria, la baja remuneración del personal, la carencia de sedes propias e instalaciones adecuadas y el uso de la institución en labores alejadas de su propósito central se han combinado, entre otros factores, en un cocktail que ha minado el desempeño de la organización, según funcionarios activos y retirados, expertos y académicos. Hay coincidencia en que el deterioro fue progresivo y que la desatención oficial fue un mal que también afectó a los gobernantes precedentes. El resultado está en la merma de las capacidades de la institución, cuya reestructuración general fue anunciada hace dos meses por voceros oficiales. De acuerdo con la más...

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