Popurrí

Aponte, Guillén, Jagua, Barreto, Fidel y un escritor catalán En estos días los temas salen solitos, brincan como conejos salidos de una chistera y se posan en el teclado del computador; lo que tienes que hacer tú es mover los dedos y glosarlos. Veamos. El ex juez Aponte ha comenza do a destapar una olla cuyo guiso se sospechaba, pero no a los extremos que hemos observado. Escandalizan los niveles de corrupción a los que se ha llegado en ciertos rincones del poder, y angustia, sobre todo, el hecho de que nos pone en caminos que son muy difíciles de desandar, que sólo se revierten después de mucho tiempo y demasiadas desgracias para el país. Salido del propio vientre chavista, el susodicho ha prendido el ventilador que, como es sabido, sirve para repartir chantajes, pero no para administrar justicia. Dice Jaua que el presidente Hu go Chávez es un beneficiario más, como cualquier hijo de vecina, de la Misión Barrio Adentro, como si nadie supiera de los privilegios de que goza cuando viaja a Cuba. En fin, no queda duda: en estos tiempos se ha puesto en boga el uso precipitado de la palabra. Cualquiera dice cualquier cosa sin el más mínimo respeto por la realidad. De ésta tenemos conocimiento a través de la versión que nos da la retórica, sobre todo si se la logra expresar en 140 caracteres. Lo dicho, pues, el Presidente es uno más entre los beneficiados de esa misión. Mientras Hillary se contoneaba al son de una cumbia y los guardias del presidente Obama se tomaban un tiempito para el relajo sexual, Estados Unidos ratificaba en Cartagena su negativa a admitir a Cuba en la OEA, al tiempo que en La Habana el viejito Fidel se preguntaba cuánto le debe su carrera política a la torpeza de la política exterior norteamericana, incluido, obvio, el perverso disparate del bloqueo comercial. El ex alcalde Juan Barreto de claró hace poco: El proyecto de Ley de Desarme es burgués... El problema de la inseguridad debe resolverse rearmando al pueblo para la autodefensa, añade apartando de un codazo un axioma fundamental de la vida social, a saber, que el monopolio en el uso de la violencia lo administra el Estado. Lo otro es barbarie...

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