En Puerto Ordaz no hubo fiesta y quedó en deuda

Cuando la gente tiene un familiar al que tiene mucho tiempo que no ve, suele hacer una fiesta cuando el ausente regresa a casa. Pero ayer en Cachamay no hubo fiesta para la Vinotinto. Hay, sí, una gran deuda.Venezuela tenía dos años sin jugar en el país, y esa ausencia, que hacía presagiar una recepción colosal después de que en ese lapso de tiempo, los jugadores nacionales se convirtieron en elementos aquilatados, que juegan en ligas europeas de renombre y que son reconocidos por todos.Pero eso que parecía una mo tivación, el ver a Salomón Rondón, Tomás Rincón, Ronald Vargas y Juan Arango, no sirvió para motivar al aficionado.¿Hoy juega la Vinotinto?, preguntó Martín Rodriguez, botones de un hotel de Puerto Ordaz.Si hubiese sabido que esto era así, a lo mejor pedía el día, y compraba la entrada, agregó.El sentimiento generalizado en la calle era de desconocimiento. Mis amigas me preguntaban que qué hacía yo aquí, y yo les dije, es que mi esposo viene con la Vinotinto, ¿O no sabían? Ellas no estaban informadas, comentó extrañada Bismary Rivas, esposa de Noel Sanvicente.La escena se repitió con taxis tas, dependientes de tiendas y demás habitantes de la zona.Una fuente cercana a la organización aseguró que no se vendieron más de 5000 entradas, y que con las de cortesía la asistencia rondó las 10.000 personas.En parte puede que el desco nocimiento haya influenciado al fanático...

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