¿Por qué fracasó el chavismo?

Tal vez podríamos preguntárnoslo al revés: ¿por qué un grupo humano que tuvo a su favor todo lo que se necesita para hacer que un proyecto político sea más que exitoso ha terminado, en relativamente pocos años, acorralado y contra las cuerdas y, además, recurriendo groseramente a los más repulsivos recursos de la violencia para acallar la crítica y la disidencia? Porque el chavismo, lo sabe mos bien, contó con un apoyo popular descomunal que llegó a su momento clímax en las elecciones presidenciales de 2006 cuando su candidato logró reunir 65% del total de los votos; ha manejado los más grandes recursos económicos provenientes de la renta petrolera con los que gobierno venezolano alguno haya contado jamás; sometió y puso de rodillas todos los poderes públicos, in cluidos el árbitro electoral y el Parlamento, que por un período estuvo absolutamente en sus manos sin representación opositora; construyó el más grande aparato comunicacional de Estado que se conozca en la historia de América Latina y lo puso impúdicamente al servicio del partido de gobierno; ha logrado, comprándolo o no, un gran respaldo internacional a todas sus tropelías; cuenta, además de la FAN convertida en guardia pretoriana, con una milicia paralela de alcance nacional, varios grupos armados al estilo de la guerrilla urbana y el apoyo del G2 cubano para operaciones de inteligencia y espionaje; controla policialmente a través de las misiones y otro mecanismos clientelares la voluntad electoral de mi llones de ciudadanos; utiliza sin simulación alguna el aparato del Estado como soporte económico y operativo de sus campañas electorales; puso en práctica el vergonzoso operativo de persecución política y discriminación laboral, conocido como la lista de Tascón, y, lo más importante, contó con el liderazgo carismático de un Jefe Único que le daba cohesión y unidad de acción a todos los componentes de partido y gobierno.Y, sin embargo, a pesar de to das estas ventajas, catorce años después su base electoral se ha visto reducida a la condición de segunda fuerza nacional -el partido oficial obtuvo en las más recientes elecciones menos votos que la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática-, el país en pleno se siente al borde de un ataque de nervios por la situación económica y, para complicarlo aún más, en una evidente prueba de debilidad y desesperación, los diputados ofi cialistas han protagonizado la semana que hoy concluye -golpeando salvajemente a representantes de la...

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