Rostros silentes denuncian las secuelas de la violencia

No son pocas las ocasiones en las que las palabras sobran, cuando un gesto puede decir más que una frase o un grito de auxilio. Así son los testimonios que grabó Antonio Briceño de algunas de las víctimas de la violencia de los cuerpos de seguridad durante los últimos tres meses de protestas en el país. Emociones como rabia, tristeza o desprecio se reflejan en sus caras al revivir la pesadilla, el miedo, el terror que sintieron al ser reprimidos, al ser violados sus derechos humanos.Los audiovisuales dispues tos en la Galería D’ Museo del Centro de Arte Los Galpones rodean al visitante, lo sumergen en una oscuridad de la cual pareciera no poder salir sin sentirse afl igido. Es difícil no sentir empatía o sentirse refl ejados en ellos. En su silencio cada vícti ma habla con la mirada. Hay unos que están a punto de soltar una lágrima, otros tragan grueso, respiran. La herida queda expuesta. La tensión es tan grande, el recuerdo es tan difícil que incluso algunos se tapan el rostro con las manos. En la imagen, alumbrados solo con una luz frontal y con un fondo negro como si estuvieran en una sala de interrogatorios, parecieran ser sometidos de nuevo a la vejación, al abuso de poder, a la reclusión.Omertà petrolera nació de la impotencia, de la vulnerabilidad que sentía el fotógrafo ante la situación nacional. Lejos de ser indiferente, Briceño prefi rió dejar en stand by la exhibición de un trabajo de...

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