Me siento orgulloso, mi medalla ya estaba viejita

Francisco Morochito Rodríguez no pensó que pasarían 44 años para que Venezuela sintiera nuevamente la alegría de ver a un atleta con una medalla dorada al cuello en unos Juegos Olímpicos. En 1968, en México, cuando el boxeador escuchó el himno nacional parado en lo más alto del podio, después de vencer en la categoría peso moscajunior, suponía que su sucesor llegaría pronto, pero no fue hasta sus 66 años de edad que, sentado al frente a un televisor, pudo observar a su heredero. Me siento feliz. No puedo estar más contento. Me senté en el televisor y me puse muy sentimental. Hasta lloré un poquito, contó por teléfono Rodríguez sobre el triunfo del esgrimista Rubén Limardo. Me siento orgulloso, ya mi medalla está viejita. Cuando un atleta va a representar a Venezuela lo tiene que hacer con amor, como lo hizo este muchacho Limardo de Ciudad Bolívar. Y claro, lo más bello que hay es escuchar el himno, recordó el dos veces...

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