Sofía, mil y una

Confesaré que es un privilegio presentar estas memorias conversadas que llevan por título Mil Sofía. Podríamos pensar que se trata de las mil y una vidas de Sofía. O de una introducción a esas vidas, que quieren ser memorias y no, pero que terminan dándonos algunos de los perfiles que se conjugan en la personalidad de Sofía Imber. Digo, y subrayo, algunos perfiles, porque tengo la sensación de que ella dejó para otra ocasión grandes historias que prefiere, probablemente, escribir a solas, sin que nadie la interrogue, frente al espejo que no engaña ni se deja engañar. La imagino leyendo las cien tos de cartas de grandes escritores o de grandes pintores que guarda con recelo, con egoísmo, como un tesoro destinado a la intimidad. Qué maravilla de libro sería ese que podría editarse, con Sofía leyendo y releyendo en voz alta, y confesando paralelamente lo que esas cartas de los pintores amigos, de Victor Vasarely o Fernando Botero, por ejemplo, o de los escritores Octavio Paz o Jean Francois Revel, le suscitaban entonces, y lo que le puedan suscitar a la distancia. O las cartas de Jesús Soto y Alejandro Otero. Esta es apenas una idea de los muchos libros que esperan su momento y de los que sólo ella puede decir la palabra final. Conozco muchas de estas páginas, o, mejor, las conocí en sus versiones originales y fui testigo de los avatares, contratiempos, paciencia y obstinación de Arlette Machado. Dialogó durante muchos días con Sofía, la interrogó, la condujo a los hechos del pasado, la precisó, jugó con viejos espejos, la provocó, seguramente manejó también la vanidad. Sofía quería hablar y no que ría, o temía que una vez que acepara conversar y, sobre todo, confesar ya no tendría más derecho al silencio. Arlette logró gratas y no siempre gratas confesiones, y, finalmente, los Libros Marcados que dirige Fausto Masó nos permitirán viajar a los mundos de Sofía, repito, sólo a los que ella quiso abrir. En estas páginas se cuentan largas y prodigiosas historias, y cada lector preferirá aquellas que lo toquen de cerca. Tanto tiene que decir Sofía, ha vivido en medio de épocas de signos antagónicos, tanto en Venezuela como en Europa: aquí cuenta sus orígenes personales y los de su familia cuando tuvieron que huir de los zares rojos, cómo llegaron un buen día a Venezuela, y cómo aquellos inmigrantes se confundieron paso a paso con lo mejor de Venezuela. Podríamos decir que nadie es tan venezolano como ella, ni ha aportado tanto ni ha padecido tanto...

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