Suspensos

Las calles venezolanas que no ha mucho fueron un campo de batalla durante meses han pasado a ser una suerte de desierto político. Ni un fraude electoral hecho a las patadas las ha movido un ápice. Ni un maremoto inflacionario al parecer sin término, tampoco; más raro aún porque afecta la materia misma de que estamos hechos, de la cual vivimos y morimos. Y, en general, la flagrante destrucción de los valores más altos y la cotidianidad más inmediata del país no nos induce a reunirnos y a gritar fuerte para aliviar tanta pena.Parecía hace semanas que el voto era un camino que sustituiría aquellas marchas que nunca llegaban a donde se proponían y que nos llenaron de un dolor de una insoportable intensidad. Las elecciones que nos habían robado y que pensábamos podíamos recuperar, gracias justamente a ese sacrificio incesante y a la presión internacional que no dejaba de crecer. Allí, no cabían dudas, la misma realidad martirizada y las encuestas y análisis lo exclamaban: no podía haber sino una arrasadora victoria nuestra. No era el fin de la pesadilla pero sí su preludio, casi un referéndum revocatorio, dijimos. Ya sabemos, al menos en buena parte, lo que pasó.Por ahora digamos que se perpetró un fraude utilizando con alevosía los intersticios del sistema, tratando de manejar lo que se suponía eran zonas poco codificables por su inédita barbarie y así eludir la mirada inquisidora del país y del mundo. Y ganaron poder fáctico en grandes porciones, pero acabaron con la mínima decencia electoral y bloquearon la expresión cívica fundamental, pisotearon los residuos de la democracia. La natural respuesta es la negativa de la mayoría de los partidos opositores significativos a participar en esa nueva emboscada que son las elecciones municipales.Lograron igualmente hacer estallar en la oposición con tradicciones muy serias que obligan a repensar casi todas las aristas de la unidad, tan preciada. Yo diría que para empezar hay que hablar más de lo sucedido en las elecciones pasadas, fraude sí, pero hay que detallarlo y también lo que no fue...

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