Los títulos habilitantes y las actividades económicas de interés general

AutorVíctor Rafael Hernández-Mendible
CargoUniversidad Católica Andrés Bello, Doctor en Derecho. Universidad Monteávila, Director del Centro de Estudios de Regulación Económica. Universidad del Rosario, Profesor de la Maestría en Derecho. Miembro del Instituto Internacional de Derecho Administrativo (IIDA), Presidente de la Red Iberoamericana de Derecho de la Energía (RIDE). www...
Páginas275-310
Los títulos habilitantes y las actividades
económicas de interés general
Víctor Rafael HERNÁNDEZ-MENDIBLE*
RVL J, N .º 16, 2021 , pp . 275 -310.
SUMARIO
Introducción 1. La liber tad de empresa en el Estado de
garantía de prestaciones 1.1. La libertad de empresa en la
Constitución 1.2. El contenido esencial del derecho a la libertad
de empresa 1.2.1. Libertad de acceso al mercado 1.2.2. Libertad
para permanecer en el mercado 1.2.3. Libertad de salir del mer-
cado 2. Los t ítulos admin istrativos habil itantes para el ejer-
cicio de la liber tad de empresa 2.1. Los títulos habilitantes
tradicionales 2.1.1. La concesión como título administrativo
habilitante 2.1.2. La autorización como título administ rativo
habilitante 2.1.3. Las características comunes de las distintas
manifestaciones de las autorizaciones 2.1.4. Reflexiones sobre
la relevancia de la autorización para el ejercicio de la libertad de
empresa en el Estado de garantía de prestaciones 2.2. Otras mo-
dalidades de títulos habilitantes 2.2.1. La comunicación previa
2.2.2. La inscripción registral Consi deraci ones fi nales
* Univer sidad Cat ólica A ndrés B ello, Doctor en Derecho. Universi dad Monteá vila,
Director del Centro de Estudios de Regulación Económica. Universidad del Rosario,
Profesor de la Maestría en Derecho. Miembro del Instituto Internacional de Derecho
Admin istrativo (IIDA), Presidente de la Red Iberoamericana de Derecho de la Energía
(RIDE). www.herna ndezmendible.com, www.ride-derechodelaene rgia.com.
276 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 16 • 2021
Introducción
Comienzo por felicitar públicamente esta original iniciativa de los profesores
Edison Lucio VARELA CÁCERES y Miguel Ángel TORREALBA SÁNCHEZ, de ho-
menajear al profesor doctor Jesús Ovidio CABALLERO ORTIZ , por su larga y
fecunda trayectoria profesional y académica, destacándose especialmente en
esta última por ser uno de los pocos profesores contemporáneos de Derecho
Administrativo en la Universidad Central de Venezuela, que hizo su carrera
exitosamente hasta alcanzar la categoría de «profesor Titular» –que aunque
debería ser lo normal, se ha transformado en un mérito reservado a unos
pocos– y llegado el momento se jubiló, dando paso –como debe ser– a las
generaciones emergentes, a las que generosamente siempre ha estimulado.
Esta iniciativa también merece reconocim iento, porque, como toda idea
original, al ser honesta y buena, es susceptible de ser imitada y así sucedió
una vez conocida esta propuesta de exaltación del recorrido vital de pro-
fesor CABALLERO ORTIZ. Se sucedieron otras iniciativas similares –como ya
se ha vuelto costumbre en el foro venezolano–, orientadas a complementar
este modesto pero muy sincero homenaje, a un jurista que ha combinado el
desem peño académico con el profesional, en el ámbito público y privado. Esta
procesión de reconocimientos demuestra el acierto de la iniciativa or iginal
y la justicia que se le hace al homenajeado.
En mi caso particular, es un verdadero honor participar en este merecido
tributo, porque tuve el privilegio de trabajar con Jesús CABALLERO ORTIZ, el
magistrado, cuando era presidente de la Corte Primera de lo Contencioso-
Administrativo, junto a dos brillantes abogados que iniciaban sus carreras
profesionales por aquel tiempo como eran Eliezer Lobatón Primera, su asis-
tente directo en el despacho, y Carlos Arocha, quien además colaboraba con
él en las invest igaciones académ icas que realizaba entonce s.
Aunque no es infrecuente que la persona que es homenajeada sea «víctima»
de la apología, como consecuencia de la bondad de quienes lo tributan, este
no será el caso, pues lo que voy a contar sucintamente en estas líneas iniciales
es pura historia.
A comienzos de 1993, de regreso de las jornadas Domínguez Escobar en
Barquisimeto, me entrevisté con el magistrado CABALLERO ORTIZ –a quien no
conocía personalmente–, gracias a la recomendación de un compañero de la
Especialización de Derecho Administrativo, la cual recién acababa de cul-
minar el año anterior en la Universidad Católica Andrés Bello. Obviamente
conocía por su obra académica al profesor CABALLERO, así fui a entrevis-
tarme con él a la Corte y me recibió con gran cordialidad, me preguntó
por mis estudios y la actividad profesional que realizaba en aquel tiempo.
Finalmente, me explicó la manera de trabajar en su Despacho con quienes se
desempeñaban como relatores exter nos.
Tuve el honor de trabajar con él durante ese año –lo que me permitió ser testigo
de excepción de la gestación y creación entre los magistrados, de la Fundación de
Estudios de Derecho Administrativo (FUNEDA)– y, gracias a su generosidad,
pude estudiar y redactar proyectos de sentencias de prácticamente todos los
temas que eran competencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Admi-
nistrativo, actividad de la que me he beneficiado a lo largo de toda mi vida
profesional y durante los 17 años que dicté la materia de Derecho Procesal
Administrativo en la Universidad Católica Andrés Bello y, en menor tiempo,
en la Universidad Católica del Táchira. Durante ese período de relatoría en la
Corte Primera trabajé un total de 60 proyectos de sentencias, pero, más allá de
las estadísticas, quiero destacar cómo era el magistrado CABALLERO.
Los relatores debíamos entregar los proyectos semanalmente a las señoras
Marta y Gisela, quienes los colocaban en formato de sentencia y, con la pa-
pelería de la Corte Primera, los imprimían, y el magistrado CABALLERO, el
día viernes en la tarde, se llevaba entre una docena y una quincena de ex-
pedientes con sus respectivos proyectos a su casa para leerlos, corregirlos
y entregarlos el lunes en la mañana a las secretarias a los fines de su co -
rrección final, impresión y distribución a los otros despachos de los demás
magistrados, con quienes se realizaría su eventual discusión y aprobación
en la siguiente plenaria. Este hecho siempre me pareció muy significativo,
pues evidenciaba la impresionante capacidad de trabajo del magistrado CA-
BALLERO. Cabe aclarar que no es que sus compañeros no trabajaran bastante,
Los títulos habilitantes y las actividades económicas… 277

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