Toda una Dama

El álbum de recortes viejos no cambia nada del presente. En un periódico de 1986, Fedra López aparece en la playa Concorde de Margarita con un bronceado perfecto, una melena esponjada como para un videoclip de Bon Jovi y un traje de baño negro que consiste en tres triangulitos (el ángulo que apunta hacia abajo, sujeto con dos tiritas encaradamadísimas en la cadera). Era la época de la pionera del hilo dental, de la nenita de la chupeta y de la secretaria que movía el cuadrito en El Show de Joselo, así como del baile del Tracatrá con Juan Carlos y su Rumba flamenca. Pero en las letricas que rellenan la amarillenta página al lado de tales fotos, Fedra no habla sobre lo que siente ser deseada por cada hombre, sino que es retratada como una muchacha modosa en sus veinte añitos que desconcierta porque sólo habla de ahorro, disciplina, desapego de lo material y deseos de hacer una carrera respetada como actriz. Las fotos que acompañan a estas letras también pueden desconcertar.

El 2012 de Fedra María Fernanda López Bernini incluye una obra de teatro, Las legionarias: gemas preciosas, en la que hace de Perla Peregrina, la madame que cobra el dinero en Montecarlo, un night club de damas de compañía VIP. Tenga la edad que tenga, todo en esta mujer (desde sus pies de contornos rosados hasta sus ojos color verde La Restinga) sigue convocando a la categoría más selecta y opulenta del deseo, como una Muhammad Alí del deporte carnal. Y sin embargo sentarse a conversar con ella es hacerlo ante un prodigio de discreción que se rehúsa elegantemente a hablar de sexo ("Es un tema delicado, algo muy privado para cada persona", titubea con aquel homenaje a la fertilidad de cuerpo replegado a la defensiva), pero que extiende generosamente sus pétalos cuando el tema son sus dos hijos de 23 y 20 años, Bethzabet y Eros, su pasión por la cocina, la actuación, la palabra de Jesús, las relecturas de El libro tibetano de la vida y la muerte e incluso lo totalmente preparada que se siente ante lo ineludible de la muerte: "Es lo único que tenemos seguro al nacer, por lo que de nada vale fomentar un imperio aquí en la tierra, ya que lo único que nos llevamos es lo que hemos amado", alecciona. Un mal de familia. "Nunca me creí ni la más bella, ni la más sexy, ni la más sensual. Cuando yo bailaba con Juan Carlos y su Rumba Flamenca, se formó un boom sobre mi sensualidad, pero nunca me sentí así. Eso no era bueno ni malo. Lo que sí significaba un reto era quitarme la...

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