La Universidad de Los Andes en las raices meridenas.

AutorRivero Hidalgo, Yanixa
CargoReport

Introducción

Toda sociedad demanda la búsqueda de su pertenencia y raíces, ya que no puede concebirse la misma sino hay identificación de quienes la constituyen con una memoria histórica. Ello es imprescindible para poder dilucidar el acontecer en el tiempo de los elementos que integran dicha sociedad (sociales, económicos, políticos, ideológicos, educativos, etc). Entre ellos, las instituciones juegan un papel significativo, en tanto representan la dinámica en la que interactúan los hombres que dan forma a la convivencia social. En tal sentido, el estudio particular de cada una de ellas implica deslindar sus respectivos ámbitos de acción, para así determinar cual ha sido su rol en el desarrollo de esa dinámica social; sin que el mismo sea exclusivo de sus características específicas, sino que, por el contrario, la institución extienda su radio de acción hacia los distintos sectores de la sociedad en la que está inserta.

A tal efecto, esta investigación tiene como propósito el estudio de la historia de la Universidad de Los Andes en las raíces merideñas, en función de que para el conocimiento y comprensión actual de nuestra Alma Máter es indispensable investigar sobre su pasado, con la finalidad de identificar las características de su funcionamiento y los elementos relevantes que se proyectaron en el tiempo. En tal sentido, el trabajo está orientado a la reconstrucción histórica de su estructura organizativa y funcional; las actividades de docencia, investigación y extensión; el profesorado, alumnado y personal administrativo; así como la relación de la Universidad con Mérida, los Andes venezolanos y Venezuela, en los 197 años de su creación. Acceder a las raíces de la Universidad de Los Andes admite conocer cuales fueron los ideales que delinearon sus fundadores, cual ha sido la respuesta que la Institución ha revelado con el transitar de los años, en relación al ser humano, a la ciencia y a la sociedad a la que debe servir, pues, todo ello precisa su identidad. No obstante, uno de los inconvenientes que presenta el pueblo venezolano es la falta de memoria histórica y en las instituciones se aprecia enormemente esta carencia, por cuanto su dinámica, esta estipulada por el giro permanente de quienes la dirigen, ya que estos demuestran poca preocupación por organizar la información diaria relacionada con un quehacer específico, con el objetivo de proyectarse en el tiempo para de esta manera conservar su historia. Los organismos de educación superior no están descartados de esta situación institucional, a pesar de que en ellos trabajan un grupo social que debería tener conocimiento de su papel en proporción con el complicado y variado ámbito social en el que esta inserto y por lo tanto revelar en un momento estipulado con argumentos categóricos que aclaren como a través del tiempo ellos han representado un factor significativo para el desarrollo del país.

La Universidad de Los Andes

La Universidad de Los Andes en sus 197 años de existencia ha jugado un papel prominente en los principales sucesos que acontecen en el devenir nacional. Ha sido centro del conocimiento, de la difusión de ideas, de discusión, en fin, es el lugar del saber y la creación y además, ha formado académica e intelectualmente a miles de venezolanos, de los cuales han surgido sus principales líderes intelectuales.

Por ser los Reyes de España patrones de la Iglesia Católica en sus dominios, y de conformidad con las Bulas Alejandrinas, le correspondía el poder real de crear o suprimir las universidades; por medio de Cédula Regia de Erección, siendo en todo caso la Bula Pontificia posterior y confirmatoria de la resolución del poder temporal; de todos modos tal confirmación pontificia era fundamental pues le otorgaba a los títulos expedidos por las universidades españolas y americanas su valor y privilegios anexos en todo el mundo cristiano. En los casos de las universidades de Lima y México, ambas fueron creadas tomándose como modelo la Universidad de Salamanca, es decir, que España trasplantó a sus dominios de ultramar, el modelo universitario salmantino establecido en la península. En su etapa inicial, era una universidad tradicional y dogmática, copiada con todos los vicios y defectos del sistema de donde procedía, lo que significa alianza entre el poder y el dogma, siendo por lo tanto, la cerrada conjunción de los dos poderes preeminentes de la época: la potestad temporal y la potestad espiritual.

Las primeras fundaciones universitarias de la América Hispana son del siglo XVI en Lima, México, Santo Domingo, La Plata, Santa Fe y Quito. Siendo luego, en el siglo XVII, el tiempo de la mayor cantidad de fundaciones: Chile, Javeriana de Santa Fe, Córdova, Charcas, Cuzco, Yucatán, Guatemala, etc. Para el siglo XVIII, bajo el espíritu de reformas regalistas e ilustradas y el patrocinio de la nueva dinastía borbónica en España, fundada por Felipe V, se crearon nuevas universidades en: Caracas sobre la base del antiguo Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima en 1721, en la Habana, Santiago de Chile, Buenos Aires, Popayán, Panamá, Concepción, Asunción, y Guadalajara. Finalmente, en el convulsivo siglo XIX solo se fundan nuestra Universidad de Mérida de Venezuela y León de Nicaragua.

Las universidades estuvieron orientadas esencialmente hacia los estudios jurídicos preferentemente eclesiástico o canónico, y atraían a canónigos, prebendados, clérigos y aspirantes a la burocracia eclesiástica, es decir, que fueron dirigidas a las necesidades burocráticas de la Iglesia, la administración del Estado y los oficios reales. En estas universidades se hacía, por lo tanto, carrera eclesiástica hacia los beneficios y dignidades, o bien carrera civil hacia los oficios del Rey. La teología y filosofía constituían un patrimonio muy vinculado a las órdenes religiosas; y a todo ello se añadían unos cuantos estudiantes de medicina. Frailes, canónigos catedralicios y algunos juristas constituían el profesorado habitual.

El Seminario de San Buenaventura de Mérida. Nuestra primera casa de estudios superiores.

Al referirse al origen y la historia de la Universidad de Los Andes inevitablemente hay que referirse a Fray Juan Ramos de Lora (2), primer Obispo de la ciudad de Mérida, cualquiera sea el juicio que se pueda tener sobre la fundación de nuestra Alma Mater. Puede o no coincidirse en la opinión respecto a la fecha de fundación de nuestra Universidad--1628, 1785, 1806, 1808, 1810, 1832-, es decir, que la fecha de creación de nuestra máxima Casa de Estudio ha sido objeto de discusión desde hace años, es por ello que son más las interrogantes y las dudas que tenemos que las certezas. Empero, "de lo que si se debe estar seguro es que la data no puede remontarse hasta más allá de mil 1806 pues fue en ese año cuando se comenzó a considerar en Mérida que el seminario había alcanzado ya la categoría de universidad; antes no, pues la institución no confería grados mayores ni menores, y quien aspiraba a tenerlos tenia que viajar a Caracas o Santa Fe. Existía, sí, el Real Colegio Seminario de San Buenaventura, germen de lo que año después sería la Universidad de Mérida y hoy en día la Universidad de Los Andes". (3)

El 29 de marzo de 1785, Fray Juan Ramos de Lora, destinó transitoriamente y sin autorización real el convento de los religiosos franciscanos, abandonado para esos momentos, e instaló en él una casa de estudios en donde ofreció a los jóvenes de esta localidad y lugares circunvecinos, la oportunidad de estudiar, materias que moldearan sus espíritus para el estado eclesiástico, tales como religión, lengua latina y moral, mientras se lograba la facultad real para la fundación de un Colegio de Seminario Conciliar con las formalidades dispuestas por el Concilio de Trento, la cual se obtuvo por una Real Orden de 14 de septiembre de 1786.

Con la apertura de aquella casa de estudios a finales del mes de marzo, el Obispo Ramos de Lora también tiene el mérito de poner en actividad las primeras cátedras--Latín, Teología, Filosofía, Gramática--y dictar los primeros estatutos o constituciones por las cuales habría de regirse esta modesta casa de estudio que posteriormente sería elevada a Seminario con el nombre de Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida que más tarde se convertiría en la Institución que daría origen a la ilustre Universidad de Los Andes.

Estos estatutos o constituciones dejan ver la escasa presencia material y humana con que iniciaba la casa de estudio sus actividades, la cual tuvo como personal docente y administrativo un director, un maestro, un procurador el cual se encargaba de solicitar y comprar los alimentos y un cocinero. Se observa de este modo que el personal no pasaba de cuatro individuos los cuales se encárgaban de la dirección, enseñanza, procuraduría y alimentación, razón por la cual no es difícil inferir la pírrica presencia estudiantil. En sus inicios el colegio seminario contó con escasos bienes materiales, la mayoría de ellos herédados de los religiosos jesuitas y dominicos que habían estado asentados en la ciudad, y de cuyas rentas debía funcionar el mismo.

En mayo de 1785 Fray Juan Ramos de Lora le escribió a Su Majestad Carlos III, para participarle todo lo realizado por él en lo concerniente a la casa de estudio y le solicitó varios beneficios para poder darle continuidad a este proyecto educativo: en primer lugar que se le diera la asignación del 3% de las rentas eclesiásticas de la Diócesis de Mérida, en segundo lugar que le fueran asignadas las tierras de San Jacinto, Santa Catalina, Los Cacutes, San Jerónimo, La Virgen y el Hato del Paguey propiedades que habían pertenecido a los jesuitas y que para ese momento no tenían ningún destino; solicito también la concesión de los pocos ornamentos que dejaron los religiosos dominicos y finalmente le requirió aprobar la fundación y erigir la casa de estudio en Colegio Seminario Tridentino. Su Majestad Carlos III, impartió su aprobación en Real Cédula del 14 de...

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