La Venezuela de Luis Romero Petit

La Venezuela de Luis Romero Petit era un país semi rural, que acababa de salir del miedo, que acababa de entrar al siglo 20. No había figuras públicas, más que algunos políticos que detentaban el poder, ni existían más íconos en el fervor popular que aquellos que reposaban en los altares de las iglesias o en el Panteón Nacional.Tantas cosas estaban por ha cerse, en aquella Venezuela de Romerito.Fue eso lo que permitió el suceso que vendría con el triunfo de La Habana, en 1941.Gobernaba Isaías Medina Angarita y la radio disputaba con unos pocos periódicos el derecho de ser el principal medio de comunicación, a dos lustros de sus inicios aquí.El historiador Javier Gon zález suele recordarlo cada vez que repasa las razones de aquella verdadera revolución, que nos dio los primeros hé roes civiles de nuestra modernidad. No hay manera de entenderlo hoy. ¿Cómo explicarle a los milenials, esa generación que nació delante de una computadora, lo que significó hace más de siete décadas que toda la población, de Guayana a Maracaibo y de Margarita a San Fernando, se reuniera en grandes grupos delante de los radiorreceptores, para escuchar en vilo, durante horas, lo que sucedía a miles de kilómetros de allí? Si ni siquiera lo entendían los peloteros a quienes hoy llamamos Héroes del 41. Ellos se prepararon, viajaron, jugaron y ganaron, y al regreso, a bordo del barco que les traía a La Guaira, se toparon con miles y miles de compatriotas que les aclamaban por doquier.Luis Romero tenía por aquel entonces la misma sonrisa de algodón de azúcar que nunca le abandonó, la misma mirada clara y brillante que le conocimos, cuando ya era octogenario.La premura y falta de rigor han hecho que muchos medios, mayormente digitales, acompañaran la noticia de su partida con una gráfica que no es suya. En ella se ve a un...

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