Del verbo onírico al mundo sensible

Este tránsito, y su regreso, sin la censura de la conciencia es la esencia del surrealismo. Los grandes poetas lo han vivido y sufrido, pero nunca lo han resuelto. El surrealismo, de manera imaginativa, buscó una salida: la escritura automática, la que fluye sin alcabalas y conforma el texto, el poema. Trascender este abismo fue la titánica y bella tarea que se propuso esta vanguardia, apegada a las pulsiones de Nietzsche. Dieron vida a hermosos poemas y obras de arte inmortales. ¿Qué ocurrió con el surrealismo después de la Segunda Guerra Mundial? ¿Cómo fue utilizada la palabra? ¿Qué designaba? Las respuestas son en general desoladoras, porque al nihilismo creador, a la obsesión por el inconsciente y su tránsito a la vida consciente, la vigilia y el sueño entrelazándose, le sucedieron supuestos "surrealistas" que confundieron el "terrorismo alegre" de la vanguardia, por extravagancias y necias irreverencias. Pero, es verdad, algunos crearon obras auténticas. Después de 1945, muchos críticos, escritores o artistas decretaron la muerte del surrealismo. Había que dar lugar a otros movimientos, a nuevas etiquetas -el existencialismo, el estructuralismo, el arte abstracto, la novela de la mirada, la nueva ola, el rock, el arte pop, el video clip publicitario- había que lanzar al mercado la cultura de los productos renovables y perecederos. A fines de la década de 1980, cuando los medios de comunicación se volvieron triunfales y los regímenes comunistas exhalaron su último suspiro, los periodistas, a los que el gran público enseguida siguió, sacaron de la galera la palabra "surrealista" para referirse a acontecimientos increíbles o paradójicos, comportamientos extravagantes o sin pies ni cabeza. Recuperaron la palabra pero sin aprehender la cosa. De este modo no es asombroso que la rosada aurora renacida con el fin del socialismo o del comunismo, confundiendo libertad con libertinaje, celebrara el desorden o la anomia moral, intelectual y estética, y haya dejado aflorar una farsa del alma surrealista. Y en los pocos países cuyo proyecto es un remake de utopías totalitarias, la creación artística libre se manifiesta en panfletos "realistas y heroicos", en museos donde cuelga cualquier desecho o en graffiti "revolucionarios" del ultra hombre y de esperpentos que ofenden a nuestros ancestros. Bajo estas tierras "patrias" el burgués surrealismo yace en una tumba oscura. Del duermevela al mercado La histeria y la neurosis obsesiva desaparecieron...

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