VIOLENCIA DE G

AutorAlonso,

GENDER VIOLENCE A DIAGNOSIS OF OUR TIME

El incremento exacerbado de la inseguridad, la violencia y la pobreza son alarmantes en América Latina. La mayoría de nosotros no sólo hemos sido testigos de este deterioro social, sino de la normalización de la violencia de género y de la cercanía de conductas violentas, a nivel físico, sexual, emocional, psicológico, entre otros, se han ido legitimando o justificando por una supuesta tradición o cultura que hemos heredado. Posiblemente nos hemos convertido en víctimas o partícipes de estos acontecimientos en la medida en que hemos sido testigos de violencia familiar, institucional, laboral o social hacia niñas y niños, personas con algún tipo de discapacidad, mujeres o sector LGTBI por el simple hecho de ser niñas, niños, mujeres, asumir una sexualidad diferente a la heterosexualidad o por tener una discapacidad. Varias veces me he preguntado: ¿de qué forma podemos hacer algo? ¿Cómo paliar esta situación? ¿Debemos considerar como algo "normal" la existencia de todo tipo de violencia hacia cualquier minoría o de algún tipo de vida que sea "diferente" a la "nuestra"? ¿Basta con quejarse en un foro académico, redes sociales o a título personal sobre esta situación? ¿Cómo podemos llevar a cabo acciones concretas para prevenir o evitar estas situaciones? ¿Cómo no ser indiferente al dolor y sufrimiento del Otro, sin importar quién sea ese Otro sin caer en la cerrazón y ser partícipe de la violencia? ¿Por qué permitimos, fomentamos o nos callamos ante la violencia de género? ¿Qué hemos dejado de hacer en la ética y en el interior de la sociedad para permitir esto? ¿Será acaso que debemos reactualizar el pensamiento de la alteridad o qué nuevos valores y/o "pacto social" deberían emerger? Estas y otras preguntas son las que originaron la siguiente reflexión, buscando compartir un análisis en el que considero que podríamos afirmar que hoy día, la violencia, en específico la denominada "violencia de género", funcionaría como un común denominador en cualquier tipo de análisis socioeconómico, educativo, político, mediático o religioso que se llevara a cabo. Iniciemos comprendiendo qué es la violencia y las diversas formas en que ésta se hace manifiesta.

Comprender qué es la violencia, los tipos, su genealogía y las causas por las que ésta surge es una labor compleja. De acuerdo con Johan Galtung en Tras la violencia (1998), "las grandes variaciones en la violencia se explican fácilmente en términos de cultura y estructura: la violencia cultural y estructural causan violencia directa, utilizando como instrumentos actores violentos que se rebelan contra las estructuras y empleando la cultura para legitimar su uso de la violencia" (Galtung, 1998. 2). Dicho con otras palabras, los actos que actualmente consideramos "violentos" son aquellas acciones y/o gestos verbales que ofenden, denigran, humillan y cosifican al sujeto destinatario de dichas acciones, mismas que son cometidas por un Sujeto que al saber que se encuentra en una situación más ventajosa y favorable, aprovecha la vulnerabilidad en que se encuentra ese Otro, cosifica o utiliza a dicha persona como un medio para llegar a un fin. En muchas ocasiones, las personas al percatarse de la situación de vulnerabilidad, inferioridad y desigualdad en que se encuentra el Otro, terminan aprovechándose de él y cometen cualquier tipo de violencia física, verbal o psicológica.

A juicio de Galtung, "la violencia directa, física y/o verbal, es visible en forma de conductas. Pero la acción humana no nace de la nada, tiene raíces. Se indican dos: una cultura de violencia (heroica, patriótica, patriarcal, etcétera) y una estructura que en sí misma es violenta por ser demasiado represiva, explotadora o alienadora; demasiado dura o demasiado laxa para el bienestar de la gente" (Galtung, 1998. 2). Conocer cuáles son las raíces que originan, fomentan y legitiman la violencia directa o indirecta es crucial para poder llevar a cabo acciones en contra de la violencia de género. En primer lugar, cada uno debe reflexionar sobre qué tipo de violencia cultural, estructural o directa lleva a cabo de manera consciente o inconsciente. Debemos reconocer y detectar que en ocasiones nosotros mismos reproducimos estos tipos de violencia visible e invisible en nuestras relaciones humanas y/o laborales, personales, familiares o sociales. De esta forma, una vez que se ha detectado esta conducta que se ha interiorizado o normalizado, es necesario iniciar con un trabajo de desestructuración de dicha práctica, estereotipo o conducta. En segundo lugar, a nivel laboral, familiar o social, identificar qué palabras y acciones hemos legitimado o convertido en cotidianos, que nos han llevado a juzgar o actuar ante situaciones de violencia con indiferencia o apatía, en donde, en casos de cuestiones de género, sigue prevaleciendo la burla, agresión física, verbal o psicológica hacia quien se considera inferior o menos que uno, para así, emprender una modificación de dichas prácticas, que en sí mismas son discriminatorias y violentan las garantías mínimas y de derechos fundamentales que poseemos los seres humanos. Es una labor complicada porque supone sacudir un inconsciente colectivo que ha legitimado y normalizado la violencia, pero alguien debe de iniciar ese movimiento. ¿Por qué razón no seríamos nosotros los que iniciemos con esa "bola de nieve" y buscamos cómo modificar esas situaciones?

Estos tipos de violencia sobre las que reflexiona Galtung se traducen en su famoso esquema de la pirámide, en donde si imaginamos un triángulo equilátero, y pensamos en cada uno de sus esquinas o puntas, la superior consistiría en la violencia directa. En la base, la esquina inferior izquierda sería la violencia cultural y la esquina inferior derecha es la violencia estructural. Ahora bien, si dividimos dicho triángulo, en la mitad, la parte superior sería lo que representaría la violencia visible, es decir, lo que se denomina coloquialmente como la "punta del iceberg", aquella que vemos en los medios de comunicación, en las expresiones del lenguaje, en la violencia de género e institucional, etcétera, y la parte inferior de dicho triángulo, que sería una especie de trapecio, sería la violencia invisible, es decir, toda aquella violencia cultural y estructural que permea nuestras naciones, tradiciones y costumbres, y que serían los pilares o fundamentos de la violencia que cotidianamente vemos y no entendemos de dónde proviene dicha fuerza violenta.

De esta forma, con dicho esquema, Galtung quiere manifestar que "los efectos visibles de la violencia directa son los descritos más arriba: los muertos, heridos, desplazados, daños materiales, todos golpeando cada vez más a la población civil. Pero los efectos invisibles pueden ser aún más perversos: la violencia directa refuerza la violencia estructural y cultural" (Galtung, 1998. 3), por lo que es necesario atacar las raíces de los actos violentos, que son inherentes a nuestras sociedades contemporáneas.

Sin embargo, estas acciones violentas se han traducido en agresiones físicas, psicológicas, sexuales, culturales, artísticas o de lenguaje ¿deberíamos aceptarlas como cotidianas y normales? Realmente ¿la violencia es algo normal y cotidiano? Hannah Arendt denominó la "banalización del mal" a aquella serie de acciones que terminan legitimando una "normalización" de la violencia, un hábito, una acción "común y corriente" que hemos interiorizado como cotidiana y frecuente, en tanto que éstas se encuentran presentes en muchos de los momentos y situaciones que viven los ciudadanos, por lo que independientemente de lo que un sujeto haga o deje de hacer, seguirá estando presente el mal o la violencia. Esta noción de la banalización del mal, remite al juicio que se llevó a cabo en Jerusalén a Adolf Eichmann por los crímenes cometidos en los campos de concentración en el periodo de la Segunda Guerra Mundial, en donde este alemán menciona haber actuado como un burócrata más, un operario de un sistema, a quien se le obligaba a hacer X acción, por lo que sus hechos estuvieron legitimados al seguir las reglas implícitas o explícitas de dicho sistema.

Eichmann sostiene que únicamente se dedicó a cumplir y obedecer las órdenes, mismas que nunca cuestionó los motivos por las acciones que se llevaron a cabo en Auschwitz-Berkenau. Cabe resaltar que pareciera ser que en ningún momento Eichmann reflexionó sobre sus actos, ya que solamente afirmaba que seguía "kantianamente" las órdenes que le imponían y que en caso de no haberlo hecho, le pedirían a otra persona...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR