De balón de oro a presidente

George Tawlon Manneh Oppong Ousman Weah, simplemente Weah para el fútbol se pronuncia Güeá fue un niño predestinado.Pudo ser uno más de los millones que mueren en África por hambre, epidemias, enfermedades venéreas, guerras civiles, abandono u otras calamidades. Pudo ser como cualquiera de sus doce hermanos, no tocados ellos por la varita invisible de la fortuna. Dado que sus padres no podían más con la prole, se crió con su abuela Emma en Clara Town, uno de los suburbios más pobres de Monrovia, capital de la menesterosa Liberia, lo cual ya es bastante decir. Allí vivió una infancia cruda y una adolescencia turbulenta.Liberia es una pequeña lengüeta frente al Atlántico, aprisionada entre Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil.Una nación artificial creada por Estados Unidos hace casi 2 siglos para enviar a sus esclavos libertos. Allí, en un territorio apenas superior a la mitad de Uruguay, comparten la miseria 4.600.000 personas. La más afortunada de todas ellas, desde que existe esa república, es Weah. Su vida es auténticamente un cuento de hadas.Lo llamaban simplemente Oppong. La Divina Providencia le dio a Oppong un importante dominio de pelota y un remate furibundo, 2 armas futboleras con las cuales es sencillo abrirse paso en la vi da; se simplifica el futuro. Y el camino se le marcó solo: sería futbolista. De niño, jugando descalzo en los difíciles barrios de Monrovia, se hizo un nombre. Comenzó con 19 años en el Mighty Barrolle, un cuadro mínimo de la mínima liga liberiana. Siguió en el Once Invencible, ya más reputado, y allí marcó 24 goles en 23 partidos. Como pasa siempre, se propagó el rumor: Hay un muchacho en Liberia que es bueno bueno.... Y salió por primera vez del país: recaló en el Tonnerre Trueno de Yaundé, capital de Camerún, un país de los más fuertes del continente en cuestiones peloteras. Allí se encontró de nuevo con su amigo, el gol. El destino, su gran aliado, quiso que lo viera Claude Le Roy, entrenador francés que dirigía en ese momento la selección camerunesa. Y Le Roy lo recomendó a su amigo Arsene Wenger, el célebre director técnico del Arsenal inglés, quien aún estaba en el Mónaco. Arsene le tomó una prueba, y quedó impactado.Veinticinco años antes de Radamel Falcao, Weah se convirtió en el número 9 del principado. Wenger lo moldeó y Oppong se manifestó a pleno. Europa empezó a fijar sus ojos en esa pantera que reunía potencia, agilidad, velocidad, buen dominio de balón, gambeta y gol. De allí, el salto al...

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