Cabezas devaluadas

Si aceptamos que el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras sue nen verdaderas, como anotaba cáusticamente George Orwell, debemos convenir en que el presidente impuesto por el CNE como aquiescencia a los postreros deseos del Superman de Sabaneta maneja un habla deficitaria y muy distinta a la ironizada por el autor de Rebelión en la granja; una aproximación al castellano que a duras penas entendemos y, por eso, no nos convence su discurso, sobre todo porque, cuando todavía no se ha dado inicio a la campaña electoral, ya el PSUV anda a la caza de votos; así, Maduro, cazador furtivo, se adelanta al toque de diana disparatando en todas las direcciones e intentando invadir cotos ajenos, pero lo que hace es llover sobre mojado; y, sin sentido del ridículo, navega a la deriva entre una equívoca cruzada contra la corrupción y el delirante desvarío sobre un inverosímil magnicidio. Está en campaña y se aferra, no a una estrategia, sino a una estratagema electorera basada en dádivas, embustes y solemnes promesas que, lo saben muy bien él y sus conmilitones, no habrán de ser honradas.Los embustes no son nove dad alguna. Maduro le mintió al país con la complicidad de Cabello, Ramírez, Jaua, Arreaza y otros capitostes del PSUV de manera sistemática y superlativa durante la agonía convertida en éxtasis por sus hagiógrafos de su preceptor y comandante eterno; de modo que el engaño ya no sorprende ni deslumbra a nadie y los únicos en no darse cuenta de ello son precisamente quienes lo utilizan para sus inflar los balances de su gestión: en los últimos días ha arreciado la emisión de mensajes publicitarios basados en esa falaz plataforma y hasta el BCV difunde cuñas manipulando estadísticas que, a contracorriente de lo que las gentes sienten en sus estómagos y bolsillos, hablan de repunte de la economía y generación de nuevos empleos; y, por si fuese poco, los publicitas oficiales echan mano del muerto para que, en una suerte de epifanía roja , sus fantasmales apariciones televisuales refloten el señuelo que les permitió enroscarse en el gobierno: la redención de los más necesitados; un anhelo postergado ad æternum pues, de redimirse, las mayorías caerían en cuenta de que han estado siendo manipuladas para satisfacer las ansias de mando de una minoría revanchista y sustancialmente deshonesta cuyo arribo al poder se basó en el ahora me toca a mí o en el quítate tú pa’ ponerme yo, más que un sincero proyecto de transformación y...

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