Carlos Fuentes no era Clare Vawdrey

Unos turistas coinciden en un hotel con un autor admirado por la agudeza de sus obras, famoso también por su intensa vida social, de cuyos detalles la prensa da cumplida cuenta. Esta celebridad se mueve como pez en el agua en cualquier circunstancia, como no tardan en comprobar los veraneantes: el autor, en efecto, conversa afablemente con los huéspedes del hotel y participa en sus actividades. Paseos y excursiones, comidas y cenas, improvisadas tertulias los reúnen día tras día, velada tras velada. Uno de los turistas, llegado a un punto, no puede dejar de preguntarse cómo es posible que alguien que parece tan a gusto haciendo lo que cualquier turista y expresando opiniones intrascendentes a toda hora, sea asimismo capaz de escribir obras cargadas de tan profundas reflexiones. Cuándo escribirá el escritor, se pregunta, en qué momento dedicará la soledad y recogimiento necesarios a la tarea de componer esas obras por las que es universalmente aplaudido. Como el autor ha confesado a sus nuevos amigos que acaba de terminar una escena para la obra de teatro en la que está trabajando, el curioso decide una noche eclipsarse discretamente del grupo, reunido en animada charla después de la cena, y subir a la habitación del escritor a comprobar si lo que dice es verdad o sólo vanidoso alarde. Al entrar en el cuarto, tras acostumbrar la vista a la oscuridad del lugar, dirige la mirada al escritorio. Ahí espera ver el dichoso manuscrito, o bien descubrir que no existe y que el aclamado autor es en realidad un fanfarrón, pero para su sorpresa lo que adivina entre las sombras es una figura de espaldas, sentada y aparentemente absorta en el acto de escribir. Con que esta --piensa el intruso-es la clave del misterio: el autor se desdobla, y mientras su yo social se dedica a alternar con su entorno, el otro está sentado en una habitación, escribiendo sus magnas obras en medio de un silencio sepulcral y en la más densa oscuridad. El complejo de Clare Vawdre Se habrá reconocido en este apretado resumen un episodio de La vida privada, delicioso ghoststory de Henry James, que tuvo su origen en la incomodidad que le produjo conocer personalmente al poeta Robert Browning, pues en la personalidad pública del victoriano vio James unos rasgos que le parecían contradecirlas cualidades de sus poemas. Por qué no hacerle el honor al viejo maestro James de llamar complejo de Clare Vawdrey --que tal es el nombre del escritor desdoblado de La vida privada-a lo que sucede...

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