El choque de trenes entre buhoneros del Metro

Todos se parecen y se multiplican. Cada uno lleva consigo una bolsa oscura que con tiene cajas de chicles. Con una mano sostienen los bolibombas y con la otra un montón de billetes que no les permite cerrar por completo el puño. La multitud no es un problema para desplazarse; al contrario, se traduce en ganancia. Encorvan ligeramente los hombros, elevan los brazos y comienzan a tantear espacios para iniciar el recorrido solicitando una Venezuela activa que dé los buenos días. Dicen que van de paso y que solo pretenden endulzar el paladar por 100 bolívares.El público no comenta nada.La reacción se ha vuelto automática y enseguida los billetes se dejan ver a cambio de la chuchería para engañar el estómago, como si la economía informal en el Metro de Caracas fuese un servicio más que se presta con la compra del boleto, aunque en realidad es una actividad prohibida, como también lo es comer dentro de las instalaciones. El símbolo de cultura ciudadana que el Metro de Caracas tuvo desde los años ochenta parece sepultado entre bolsas de chicles y servilletas grasientas en los andenes, robos, empujones, golpes y groserías.Apenas son las 10:00 am y ya un joven en la estación Petare vocifera a sus compañeros que los chicles se acabaron: ¡Se vendió todo!. Sentados en el piso se acomodan en las piernas los bolsos entreabiertos que dan fe de que en Caracas se mastica chicle. Comienza el conteo. Cien, doscientos, trescientos... mil.... Así cada uno va sumando. Comentan que aumentaron la caja de bolibombas, pero no le dan importancia. No tienen mesas, ni sillas ni escritorios, discuten allí mismo el negocio y cómo les fue en el día. El andén es un centro de operaciones donde comienza y concluye la jornada laboral de aproximadamente 10 hombres, 2 mujeres y 2 niños.Cada uno de ellos tiene un tra yecto asignado que debe respetar: quienes vienen de Palo Verde no tocan suelo de Propatria y viceversa. Igualmente ocurre en las líneas 2, 3 y 4. La estación terminal en común es Plaza Venezuela y de allí deben regresar a sus salidas de origen. Y si alguno intenta pasar el límite, la advertencia es: No me choques el vagón, que significa: Esta clientela no te corresponde.Aquí cada quien tiene que vender en su punto. Por ejemplo, los de Petare no pueden venirse para la Línea 3, comenta Yurenmy, que carga una bandeja de bombas con crema pastelera. Ella se estableció desde hace unos meses en las escaleras que dan a la transferencia vía La Rinconada. Cualquiera no puede...

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