La crítica como pasión y aventura

Tan visible como fue por vez primera, los trabajos y ensayos críticos de Guillermo Sucre siguen hoy irradiando esa particular manera de hacerse sentir, de estar en un plano más cercano y útil de los aportes a los estudios de la poesía. Lo que Sucre ha planteado desde siempre en el plano de la crítica literaria podría tal vez sintetizarse en lo siguiente: el ejercicio crítico que es también el de lector es hacer revelar la obra, es decir, encontrar un tipo de relación con ella que la vuelva presencia , no que la disgregue o diseccione hasta un punto en que ya no sea ella misma; que el crítico pueda y sepa leer la obra desde el lenguaje que la hace real, que le sepa devolver también, como él afirma, su naturaleza simbólica y múltiple. El crítico sería entonces el que podría, más que obligar o someter el material a los rigores de las teorías o a las posturas ideológicas que de tanto en tanto custodian ¿y hasta secuestran? la expresión artística, afirmarla en lo que ella es en su carácter original: una realidad abierta, un centro irradiante de sentidos, realidad e irrealidad de un mundo a través de la palabra.Volverla reveladora, restituir el carácter de apertura a la obra hacerla vivir de nuevo, como ha dicho el propio Sucre, sí pero ¿de qué forma? El crítico se vale para esto de una relación personal con la materia que examina y el método que pone en funcionamiento es el entender que cualquier idea que se tenga del poema o de la novela está siempre en función particular de la obra y de la experiencia que ella mueve en el lector.En el fondo, esta posición lo que hace es privilegiar una concepción del lenguaje como forma y realidad decisivas del acto creador, y lo toma en cuenta como fin y principio al que toda literatura no tiene más remedio que aceptar como verdad última. Decirlo parece obvio, pero una obra literaria es siempre lenguaje, formas que son símbolos, signos que son símbolos. Esto no resta ni reduce ni a la literatura ni mucho menos al ejercicio crítico, por el contrario, sitúa a ambos en un plano más cercano ¿más íntimo?, como si lograra dar al acto de la crítica y al desciframiento de una escritura una escala más ajustada al individuo que la pone en ejecución.Esta actitud, me parece, recla ma asimismo una posición que es riesgo y apuesta. ¿No es esto lo que caracteriza toda aven tura? El lenguaje mismo, para el escritor fundamentalmente, es riesgo y por ello aventura permanente. La relación con el lenguaje lo coloca como al...

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