Los cristianos entendemos que Cristo no es un líder político

El teólogo venezolano Félix Palazzi está en Roma. Es profesor de Teología en la UCAB, en Caracas, pero ahora pasa unos meses en la capital italiana para llevar adelante una investigación sobre el amor, el perdón y la reconciliación como formas sociales en la biblioteca de la Universidad Pontificia Gregoriana, donde se graduó de doctor hace unos años. Su estadía coincidió con la renuncia de Benedicto XVI y la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa. Tuvo así Palazzi la ocasión de ser testigo de dos acontecimientos de excepción. Desde entonces no ha dejado de reflexionar sobre lo que sucede. Habla como teólogo, como cristiano en la fe y, además, como venezolano que no abandona la realidad de su país.Cuando, el 13 de marzo, fue elegido el cardenal Bergoglio cuenta Palazzi, creo que nadie lo esperaba. Apenas salió humo blanco mucha gente empezó a correr hacia la Plaza San Pedro para acompañar a los que se encontraban allí. Al escuchar en latín el nombre de Bergoglio se hizo un gran silencio, pero ese silencio se rompió con el aplauso cuando se escuchó el nombre de Francisco. El ambiente era igual al de una celebración de fin de año.--Ha afirmado usted que hay signos evidentes de una primavera eclesial. ¿Cómo? ¿No afronta hoy la Iglesia Católica una crisis muy grave derivada de las acusaciones de pederastia y corrupción? --Vivimos en una realidad que está en crisis. En la Iglesia es más evidente por lo que debería representar y por la verdad que proclama. La Iglesia no sólo afronta una crisis por los casos de abusos y corrupción, sino que tiene la necesidad de reavivar la credibilidad en todos sus sentidos y de despertar o renovar la fe. Una fe que el mismo Benedicto XVI ha considerado superficial, habituada, incoherente y cansada. Hay un gran desafío en la renovación de la Iglesia.Cuando hablo de primavera eclesial, que no es un término mío, me uno y deseo unirme esperanzadamente a los signos que estamos viviendo. Luego de la presencia carismática de la figura de Juan Pablo II, hemos vivido el tiempo de Benedicto XVI, acostumbrado más a pensar que a hacer apariciones públicas o a mover grandes masas. No es por el movimiento de las masas que se hacen las grandes transformaciones.El hecho de que haya renunciado al ejercicio del ministerio de Pedro trajo nuevos aires a la Iglesia. Frente a la expectativa que había, Benedicto XVI llamó a la confianza y, frente al temor, clamó por regresar a la alegría de la fe. Ante su renuncia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR