Defender la palabra

La Fundación Iberoamericana de Periodismo que fundó hace ya casi veinte años Gabriel García Márquez, acaba de entregar en una hermosa ceremonia en la ciudad de Medellín los premios de su concurso anual.La mejor crónica, las mejores imágenes, la mejor co bertura inmediata, la innovación. Y a la cabeza, el premio a la excelencia otorgado a la costarricense Giannina Segnini, del diario La Nación, por su trayectoria de valiente periodismo de investigación, que ha puesto al descubierto sonados casos de corrupción en su país.El premio a Giannina sirve para recordarnos que la informa ción libre y veraz, creativa y dinámica será parte esencial de la sociedad del futuro, y hacia ese futuro es que es necesario avanzar, proveyendo a los nuevos periodistas de dos instrumentos esenciales: uno de ellos es la búsqueda permanente de la excelencia: la pretensión imprescindible de ser los mejores; el otro es la coherencia ética sin concesiones al poder, a ninguna clase de poder. Ese zumbido del moscardón en el oído, de que habla García Márquez, debe ser siempre inquietante, un moscardón que para volar necesita de alas. No hay ética sin alas para el vuelo.Y nos recuerda también que es necesario asumir el desafío de los profundos cambios tecnológicos en la comunicación, los de este valiente mundo nuevo que apenas empieza a ser explorado; y hacer al mismo tiempo que la revolución digital sea una revolución democrática, que multiplique las oportunidades de informar e informarse. Que los espacios electrónicos que hasta hace poco apenas podíamos imaginar puedan ser aprovechados de manera atrevida y creativa, y defender sin parpadeos su libre uso frente a las pretensiones de restringirlo.Porque otra vez tenemos de frente la vieja lucha entre el arbi trio del poder y la libertad de la palabra que, sin haber terminado aún en el ámbito de los medios tradicionales, hoy se reabre en el de la comunicación digital. Defender la palabra para que impere el poder de la palabra. De este modo, la pregunta clave que debemos plantearnos no es si morirán los medios impresos de información, sino si morirá el espíritu de libertad de la información, acosado por aquellos que ven en la difusión de las ideas una amenaza, como en el pasado.Cuando el poder no es democrático busca pretextos para impo nerse, alegando con alevosía valores tradicionales que se basan en la defensa de la soberanía, la seguridad nacional, la seguridad ciudadana, la paz social, el bienestar popular, la moral...

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