Esperando la muerte

A través de sus recientes ediciones, El Nacional se ha ocupado de investigar, sin escatimar esfuerzo, el abandono en que se encuentran los servicios de salud. Aparte de la vocación crítica del periodismo, movió nuestro interés el evidente deterioro de los centros y las instalaciones, una situación cuyo tamaño obligaba a una observación atenta.

Esto nos condujo a una serie de reportajes sobre los servicios de radioterapia y quimioterapia en los hospitales públicos, con los cuales se pudo ofrecer una visión panorámica de la situación de postración a la que han llegado en los quince años de gobierno bolivariano.

El oficialismo ha abandonado a los pacientes de cáncer, los ha condenado a una larga agonía y a peregrinar por el país a la búsqueda de una sala apta para atender los requerimientos de quimioterapia o radioterapia. Peregrinan en vano, porque los recursos han ido a parar a los bolsillos de los corruptos de cuello rojo.

El impacto de las revelaciones no sólo llamó la atención de las autoridades, sino que produjo un ataque del oficioso diario Vea.

Calcando la conducta de los burócratas, Vea habló de una conspiración contra las maravillosas cualidades que distinguen a la revolución en el área de la salud.

También se atrevió a decir que la serie de reportajes formaba parte de una conjura en la que participaban las clínicas privadas.

No faltaron las amenazas como si se tratara de un ataque premeditado e injusto de un periódico parcial y sectario.

Ni las acusaciones infundadas ni las bravatas harán que El Nacional se haga de la vista gorda ante esta emergencia. Así como se ocupa de cualquiera de los problemas que incumben al lector, continuará su trabajo sobre la salud pública. Cuando dejen de existir, como...

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