Guerra política

Espoleado por el temor al más-de-lomismo que tiende a instalarse en las pá ginas de opinión, me dispongo a abordar un tema distinto a los sugeridos por el diario acontecer nacional, pero nada sustantivo se me ocurre y termino preguntándome si no me estará pasando lo que, presumo, sucede a quien heredó un cargo pero no la capacidad de ejercerlo y se debate entre la desconfianza y la desesperación; desconfianza en su capacidades para estar a la altura de las circunstancias, y desesperación al constatar que el barrunto de su ineptitud se evidencia en cómo el poder escapa de sus manos y sus decisiones son tuteladas por quienes supuso leales áulicos y fieles subordinados; de modo que, entre suspicacia y desaliento llueve sobre mojado y desafía titubeante a la burguesía parasitaria a que lo derroque y, simultáneamente, amenaza con lanzar un conjunto de acciones de la nueva etapa de la revolución bolivariana, fanfarronada que me compele a renunciar a mis intenciones de esquivar la realidad, y vuelvo a poner pies en tierra porque así lo aconseja el ritornelo oficial sobre una guerra provocada por el gobierno anterior.El 20 de abril de 2007, para arrancar aplausos y vivas a los gorrones y sablistas que se encontraban en el país con motivo de la V Cumbre del ALBA, Hugo Chávez anunció su decisión de retirar a Venezuela del FMI y del Banco Mundial, un auténtico decreto de guerra a muerte contra nuestra ya maltrecha economía, dando continuidad al errático proceder que legó a su sucesor y cuyo punto de inflexión lo constituyen las histéricas proclamas mediante las cuales Nicolás ensaya me apropio de una frase de Ambrose Bierce desatar con los dientes un nudo político que no se puede deshacer con la lengua. Y la verdad es que desde el Ejecutivo se practica una especie de toreo de salón para tratar de lidiar con una insondable crisis agravada por su incapacidad para diseñar políticas que conduzcan la economía por vías distintas de las establecidas por el dogmatismo castro-chavista.Haber renunciado a la aseso ría técnica y financiera de los organismos internacionales con base en emociones y no en razones, equivale a, en ca so de enfermedad, desdeñar las prescripciones facultativas y decantarse por pócimas milagrosas elaboradas por un curandero; a la larga, la hechicería y las recetas caseras pueden tener consecuencias indeseables; sin aprender del pasado, ahora hemos de calarnos un liderazgo inope y heredado, incapaz de convocar voluntades...

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