200 años de historia y un epílogo

Cuando el barón Alejandro de Humboldt visitó Venezuela en 1800 se sorpren dió por la belleza del paisaje caraqueño, subió a la Silla de Caracas y sintió temor ante un precipicio que la neblina apenas le permitía bordear. Frecuentó las mansiones de los grandes cacaos, de condes y marqueses, disfrutó de la música y echó de menos la pintura que no existía. Observador sagaz, el científico registró algunos signos que le permitían comprender que la colonia española estaba en vísperas de acontecimientos notables. En las bibliotecas de sus anfitriones vio algunas obras de Jean Jacques Rousseau y de Thomas Paine, el inglés que había contribuido a la rebelión del pueblo de Estados Unidos. En sus diálogos, el barón se enteró de sucesos muy recientes que habían estremecido la colonia. En 1797 estalló en Caracas y La Guaira la gran conspiración de Gual y España, conocida así por sus jefes, Manuel Gual y José María España. Fue como una prolongación de la conspiración de San Blas abortada en la metrópoli, pues, enviados los reos a La Guaira a pagar sus penas, el contagio fue inevitable. Aun cuando eran numerosos los comprometidos, abogados, comerciantes, militares, mujeres, clérigos, zapateros, sastres, barberos, la represión fue tan violenta que el régimen colonial la extinguió de raíz. Sembró el terror con el ajusticiamiento de España y su posterior des cuartizamiento y exhibición de su cabeza metida en una jaula. Gual y España habían huido, pero este último cometió la imprudencia de regresar y fue descubierto. No obstante tales avatares, los conspiradores habían preparado sus papeles de manera tan desafiante que su difusión, a pesar del terror, fue inevitable. Quedaron Las ordenanzas, las bases ideológicas de la revolución, el Discurso a los habitantes libres de la América española, los Derechos del hombre y del ciudadano, con máximas republicanas y canciones subversivas, como la Carmañola americana. Las estructuras del régimen español en Venezuela comenzaban a resquebrajarse. En 1808 se frustra la conjura de los mantuanos, pero el 19 de Abril de 1810 otra época empieza. Son las vísperas de la revolución, el alba de un mundo cuyos grandes cambios ya se vislumbraban. La metrópoli estaba invadida por un ejército extranjero, y los reyes, prisioneros en Bayona. Napoleón rompía los mapas de Europa y también los de la América es pañola y nombraba reyes a sus hermanos. El 5 de Julio de 1811, después de muchas dudas, temores y contradicciones, finalmente, los...

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