La historia del rabioso Josef Martínez

La infancia de Josef Martínez Valencia, 19 de mayo de 1993 transcurrió entre la felicidad de jugar al fútbol y tener que cumplir con sus labores estudiantiles en el liceo Cirilo Alberto de Trigal Norte, en la capital del Estado Carabobo. Su entorno recuerda a un ni ño cariñoso y amable, pero de carácter fuerte, rabioso, tanto como para irse a las manos con algún jovencito de más tamaño que él, por lo que lidiar la semana pasada con los zagueros ecuatorianos, altos y corpulentos, era recordar más o menos lo mismo que hacía en el colegio. Un juego de niños. Yo estaba preparado para eso. El cuerpo técnico me comentó que iba a recibir muchos golpes, que tenía que lidiar con eso, que consiguiera muchas faltas, y así lo hice. Fue un partido duro, comentó el delantero, cuya estatura no sobrepasa el metro setenta centímetros, luego de empatar 1-1 con Ecuador en Puerto La Cruz. Para llegar a los dos partidos que lo han consolidado como pieza valiosa en la Vinotinto contra Paraguay en Asunción y este último choque en casa con Ecuador, Josef debió acelerar su progreso desde niño. Recuerdo que me invitaron a ver un partido de chamitos de 9 años en Valencia, y lo que más me llamó la atención esa tarde era que había dos que se destacaban por encima del grupo. Uno los veía y sabía había algo especial. La manera en la que manejaban la pelota, la forma en la que se lamentaban cuando fallaban un gol, eran distintos, avanzados para su edad, rememoró Sebastián Cano, agente y amigo del jugador del Young Boys suizo. Prosiguió: Esa tarde, el equi po que ganó lo hizo 9-0, con cuatro goles de José Miguel Reyes jugador del Anzoátegui y cinco de Josef Martínez. Incluso, Josef, que era un chipilín en esos días, metió dos goles de cabeza y uno de chilena. Era algo exagerado. Me dediqué a trabajar con ellos, porque sabía que había algo especial. Cano recordó que a la fami lia Martínez. -de origen colombiano por lo que el fútbol siempre estuvo en la casa de alguna manera-, era la encargada de hacer el transporte de los niños a los partidos. Lo hacían en una Pick Up grande, vieja. Recuerdo que una tarde la camioneta se dañó y el primero con cara amarrada, que casi lloraba de la rabia por las ganas de jugar, era Josef, destacó Cano. El sueño europeo. La travesía de Martínez apenas comenzaba en Valencia. Con 14 años, mientras seguía en el colegio Cirilo Alberto y comía milanesas su plato favorito con la familia Cano, el joven delantero comenzó a jugar con el Centro Ítalo de...

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