Joaquín, el magno

Desliza, en un repetido vaivén, el caramelo en su boca, como niño pequeño. El rictus ecuánime y agudo en su mirada. Mueve el rostro de un lado al otro del escenario, una y otra vez, cuando ve la coreografía de las misses. Los dedos teclean la mesa al ritmo de la melodía con inminente tensión. Joaquín Riviera está sentado en el estudio de Mata de Coco en Chacao donde repasa los ensayos. Si bien ya se ha tomado dos pastillas de Eufytose para desbravar el estrés, él no está quieto. Revisa atento el caminar del opening de las misses, pero algo en el taconeo de las candidatas le fastidia. Y aunque pareciera que hubiese amansado la adrenalina que se le activa en los ensayos por la cuenta regresiva del magno evento del Miss Venezuela, no es así. "Estoy súper acelerado", había soltado en confesión unos minutos antes cuando no dejaba de mirar el reloj. Las muchachas siguen desfilando en la coreografía con la guía de Mery Cortez, pero a él nada se le escapa. "Para, para, para". La música se detiene. Nadie habla. Y empiezan los regaños: "Chica, tú no viste que te estás saliendo de la fila y tienes que ir hombro a hombro con tu compañera", corrige a las participantes desde el micrófono. Y en el silencio todas acatan sus mandatos. "Yo antes era muy jodido, muy terrible. Ya no", suelta pícaro. Allí, en los ensayos, busca desarmar los errores y sacudir la indisciplina. Y con ese radar que tiene en las retinas, sabe cuando algo no marcha bien en el andar de las misses. Es capaz de detectar, entre ese mujerero, a aquellas que están extraviadas en la coreografía. "Este es un trabajo de mucha presión y así es que se rinde más". Vigila cauteloso cada pisada, mide el ritmo y manda a comenzar desde el principio cuando algo no marcha. "Mira, tú, cuántos pasos hay de aquí a allá, y tú no te das cuenta de que estás haciendo la vuelta al revés. Cuando regresas, po-po-pa, es vuelta y media lo que tienes que hacer", explica de pie haciendo los pasos que debe repetir la miss correctamente. Enumera cuántas misses van en cada fila, vuelve a repetir la coreografía desde la salida hasta que salga como quiere. "Ahora háganlo con intención". Las muchachas comienzan de nuevo su tintineo de tacones. "Para, para, para. Tú, chica, la coreografía que hiciste es la del salón de al lado".

Tras el gran musical. En la oficina de Joaquín Riviera hay un almanaque gigante que tienen los días señalados de los ensayos con puntitos de colores. Sobre la mesa hay pistas musicales, papeles...

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