Juan Carlos Zapata responde

--¿Cuáles podrían ser las fuentes profundas de las conductas autodestructivas del poder venezolano? --La cultura del rentismo de termina algunos patrones. La acumulación súbita es una aspiración de casi todos, no sólo de empresarios, también del político, militares, del funcionario, de la gente de a pie, del buhonero. No hay grupos económicos que presenten un historial de un siglo. Los partidos también son de reciente data. Los modelos se relevan en lapsos cortos. ¿Cómo construir? Es más fácil destruir. El rentismo es la mina. Hay que exprimirla porque se agota. Rómulo Betancourt observó el petróleo como un recurso finito, palanca del desarrollo. Cuando Chávez repite que hay petróleo para dos siglos, se afirma el rentismo y sus consecuencias. Como que el producto de la mina ya no es sólo el petróleo. También el patrimonio de los actores. Así, el nuevo poder se ha establecido como un depredador social, y ese código ha permeado hacia abajo: se justifica robar, quitarle a los ricos, quedarse con el apartamento del otro, con los impuestos que pagan los otros. El rentismo muta en clientelismo. Y justifica el ventajismo electoral. Es una fórmula del poder. De permanencia en el poder. Octavio Paz lo bautizó hace medio siglo como el autoritarismo electoral. Es un anacronismo. --¿Hay en Venezuela una cultura de lo público que tiende a castigar, a penalizar el éxito de los demás? --Hay empresarios que opi nan que la fortuna de su colega no proviene del trabajo sino de la relación con el Estado, con el político; ahora con el militar. Como no hay proyecto de país, como no se piensa el país, el plan es destruir al otro para que no acumule lo que cada quien considera propio. El éxito no se premia. La reacción es subestimar el logro del otro: porque robó, porque tuvo suerte, porque es hijo de papá y mamá. Por ello, Eugenio Mendoza es un caso aparte. Y los Mendoza de Polar, una rareza. --Su libro, entre otras cosas, es una crónica del deterioro. ¿Cuáles son los ámbitos donde el deterioro es más grave o riesgoso? --Estamos en el peor de los mundos. Los controles y la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos han disparado la corrupción. Hay más petrodólares. Más rentismo. Más activismo con los bonos. Más importaciones. En el Estado se mueven operadores y seudos empresarios. Y con estos, los dirigentes del Gobierno, y hasta dirigentes de la oposición. Nunca como antes, la sociedad de cómplices es un concepto que calza. De modo que el deterioro...

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