Un legado hecho de tinta, óleo y barro

Luisa Palacios era conocida como la alquimista de la tinta. Le devolvió al grabado su personalidad artística y contribuyó como nadie al desarrollo y consolidación de la gráfica en el país, primero desde el Taller Otepal que funcionaba en su casa y luego a través del Cegra y el TAGA. Fue una destacada ceramista pupila de Miguel Arroyo, ilustró importantes publicaciones literarias y, además, pintaba. Todas esas facetas están presentes en la exposición Legados, que la Sala TAC le dedica a su vida y obra. La mayor parte de las 80 pie zas que integran la muestra pertenecen a la familia de la fallecida artista y datan de las décadas de los cincuenta y sesenta. La primera parte de la exhibición está dedicada a la pintura. Hay varios lienzos inéditos en los que se aprecia su tránsito por el informalismo. Hay momentos en los que La Nena Palacios hace un gran énfasis en la pintura; en otros domina el grabado. Eso fue un poco lo que quisimos hacer en la sala. Ella siempre tuvo mucha pasión por la pintura. Quisimos que eso se viera, aunque se trate de una faceta suya menos conocida, dice la curadora Anita Tapia. Entre los lienzos hay una obra de la serie Moradores, que muestra su interés por la relación entre la atmósfera y la figura humana desprovista de rasgos y de identidad. Fue exhibida en la Sala Mendoza en 1974. El tema de la deshumanización fue una constante también en su obra gráfica la columna vertebral de la exposición y se evidencia en la presencia de siluetas en series como Burgueses. El paisaje y la naturaleza fue ron otras de las preocupaciones de Palacios. En la sección de la muestra dedicada a los bocetos se incluyó el estudio previo de Los boxeadores, un óleo que pertenece a la Galería de Arte Nacional. Los...

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