Letras funciona con un salario mínimo al año

La falta de bombillos en el pasillo de la Escuela de Letras de la UCV resulta determinante al momento de decidir si se imparten o no asignaturas en el horario nocturno.Letras es un micro universo de lo que padece toda la UCV.Una más de las 47 escuelas que decae lentamente, víctima de la asfixia financiera: su presupuesto anual es de 10.512 bolívares y de 876 bolívares al mes, informó su directora Teresa Soutiño, el 19 de octubre en asamblea de estudiantes.Funcionar con un salario mínimo anual tiene sus efectos: filtraciones en los baños, en aulas de clases y en salas de computación; las ventanas están dañadas y las puertas comidas por comején. A esto hay que añadir la denuncia de Soutiño que se ha retrasado el pago de las becas a los estudiantes, han renunciado seis docentes, no hay transporte y tampoco suficientes vigilantes.La Escuela de Letras, en la que se forman los intelectuales del país, y han egresado poetas y escritores como Rafael Cadenas Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca 2015, o Alberto Barrera Tyszka Premio Herralde de Novela 2006 y Premio Tusquets 2015, ha entrado en un mutismo forzado.Como quiera que su materia prima es la palabra, resulta mucho más difícil demostrar la decadencia de Letras, a diferencia de las facultades y escuelas de Agronomía, Veterinaria, Ingeniería, Ciencias, Medicinas y Odontología que exhiben una crisis severa por no contar con los insumos y reactivos necesarios para sus prácticas experimentales en laboratorios, salas clínicas y trabajos de campo, informó Amalio Belmonte, secretario general de la UCV.Vulnerables y asustados. An drea Omaña cursa el noveno semestre de Letras. Inscribió Literatura Norteamericana en horario de 5:30 pm a 7:00 pm. En vista de los problemas de falta de luz e inseguridad, su profesora Natasha Tiniacos acordó enviarle al grupo los contenidos de la materia por correo electrónico, mientras dure la incertidumbre respecto al comienzo de las actividades docentes.No hay vigilancia ni siquie ra en los estacionamientos. No me gusta esta zozobra ni tener que terminar mi carrera apurada. Para mí la Escuela de Letras es mi casa. Mis profesores y amigos son mi otra familia.Aquí aprendí a leer desde otros puntos de vista y me sentí per teneciente a un grupo. La UCV era mi reducto. Ahora también acá soy vulnerable. Tengo miedo. Cargo al país en el morral y siento que todo se derrumba, explica.Omaña cree que la no reanudación de actividades ha desmotivado a...

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