Libros: Sachiko Natsume-Dubé

Durante 228 días, larguísimas jornadas que a menudo podían comenzar hacia las 11 de la mañana y prolongarse hasta las 4 de la madrugada, hierático, el rostro tenso e imperturbable, consciente de la férrea disciplina que se esperaba de él, Isaku Yanaihara posó para Alberto Giacometti entre 1956 y 1961. Yanaihara, profesor de filosofía japonés, estaba en París por invitación del Centre National de la Recherche Scientifique, cuando fue presentado a Giacometti en un café.Basado principalmente en los diarios de Yanaihara, NatsumeDubé, autor de ensayos sobre Michel Leiris y sobre Francis Bacon, escribe dos reportajes que dan cuenta de la relación entre Giacometti y Yanaihara Edito rial Elba, España, 2013. Cuando conoció a Yanaihara, el obcecado Giacometti se obsesionó con la cabeza del japonés, por el desafío que constituía aquel extranjero total, al que no podía ni quería pintar, según la hipótesis de Yves Bonnefoy. Con su gravedad característica, con su pesimismo secular, Giacometti afronta el desafío que se ha establecido él mismo.Giacometti lucha con el lienzo, mientras el japonés permanece inmovilizado en la única silla que hay en el estudio es proverbial la vida al límite de la pobreza que tuvo este enorme artista a lo largo de su vida.En algún momento Giacometti no puede trazar ni una línea más.Como si su cuerpo y su gesto se hubiesen congelados. De repente comenzó a sollozar. Ya sereno, le dijo a Yanaihara: Su rostro sobre el lienzo era como una bomba que podía explotar al más...

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