Nebreda: signos y arraigos

Vicente Nebreda creía en la danza como un acto de magia, que in vade al bailarín y al espectador de algo inexplicable. El ballet neoclásico latinoamericano tiene en este creador a un representante lúcido y revelador. De visión y sensibilidad universales, no evadió, sin embargo, el ineludible tema de la identidad en el arte. Y, aunque firmó alrededor de 60 obras inscritas dentro de disímiles tendencias de la danza escénica Âel ballet contemporáneo como su orientación fundamental y sus versiones en términos convencionales de los títulos cimeros del repertorio clásico algunas abordan, no sin polémica, su propio sentido de pertenencia. Con Nebreda o Nebrada, como también se le conoció en el mundo, la coreografía profesional del país se tornó en una realidad tangible, de la que configuró una suerte de hegemonía creativa, todavía imperante. Bajo su dirección, un significativo número de bailarines nacionales e internacionales vivió momentos relevantes dentro de su trayectoria. Ser intérprete Nebreda significa, más allá de ejecutar con solvencia sus particulares movimientos, participar plenamente del espíritu que orienta su danza. El bailarín y coreógrafo no creía en un intérprete ideal, sino en un específico talento para desarrollar. Veneraba la danza clásica, pero vibraba con los movimientos contemporáneos, liberales y espontáneos. A 10 años de su fallecimiento, el Ballet Teresa Carreño, compañía de la que Vicente Nebreda fue director artístico por cerca de dos décadas, retomó su amplia obra que desde hacía algún tiempo, salvo su producción de El Cascanueces, no era repre sentada por esta compañía. Este hecho supone un necesario reencuentro, además de un...

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