Seres invencibles se entregan a la creación

La obra terminó y los padres esperan ansiosos a las puertas de los improvisados camerinos. Hay mucho calor y movimiento. Flashes de cámaras, abrazos, tumulto y risas. Todo ha sido un éxito. Una de las jóvenes actrices abraza y mira con devoción a su maestra de teatro, otro le pregunta a su mamá si ya pueden ir a comer ensalada césar y otra es recibida con tiernas caricias por el novio que la ha ido a ver en escena, vestido con pantalones marrón, camisa de cuadros y el cabello perfectamente peinado con gelatina. Todos son actores con síndro me de Down y pertenecen a la compañía de teatro de Apoye, una asociación civil que creó un grupo de padres hace 12 años con el propósito de brindarles a sus hijos una posibilidad de desarrollo en el futuro; es también escuela y los prepara a través de una formación integral para el mundo laboral. Ese día los cautivadores ar tistas presentaron por segunda vez El árbol de la vida. El lugar: el Centro Ítalo-Venezolano. Anteriormente habían actuado en el Teatro Escena 8 y tienen otra función el 17 de enero en Ciudad Banesco. Antes de que el público en trara a la sala, las maestras reunie ron a la treintena de actores, de en tre 10 y 35 años de edad, sobre el esce nario. Se agarraron de las manos. La di rectora dio instruc ciones y les recordó: Si sentimos susto lo dejamos... ¡Afuera!, gritaron juntos. Al abrirse el telón, se escuchó la voz del na rrador y todos comenzaron a ejecutar sus movimientos sin perder la concentración. Cada uno representó su papel: un príncipe, una princesa, una bruja malvada, una reina del abismo, el pollo-mago, brujitas, robots, payasos, cisnes, lobos, lunas, tres divertidas lavanderas y el árbol de la vida. De vez en cuando...

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