Sonia Soberats retrata sus recuerdos a ciegas

Sonia Soberats apren-dió a ver con las manos. El tacto es su aliado desde que un glaucoma la dejó invidente en 1991. El estrés por haber perdido a sus dos únicos hijos, víctimas del cáncer, hizo que su enfermedad se agudizara. Nunca más pude ver el cielo y el mar, es lo que más lamenta la protagonista de El laberinto de lo posible .La mujer de 76 años de edad continuó con su vida. Hace más de 3 décadas, sin hacer caso a quienes creían que era imposible, se fue a estudiar fotografía a Nueva York, ciudad en la que vive actualmente. Allá aprendí a usar el bastón, el método Braille, a cocinar, a limpiar, a ser autosuficiente. La Gran Manzana es el sancocho de todas las nacionalidades, por eso no todo el mundo sabe lo que es un perro guía.Le costó adaptarse, pero halló un oasis en los museos, esos sitios en los que se reencuentra con el arte, su refugio en la adversidad. La luz es fundamental. Cada uno de nosotros puede iluminar el mundo y nadie se entera, son las primeras palabras de la fotógrafa invidente en la ópera prima de Wanadi Siso.El director conoció a la artis ta a través de sus fotos. Sabía que detrás de esas imágenes imprecisas había alguien con una profundidad inmensa.Lo que comunicaba me atrajo hacia ella con una fuerza magnética.Desde 2010 y con un presu puesto de 40.000 dólares, el creador se aventuró en la búsqueda de Soberats. Tuve que desplazar a todo un equipo de producción a Nueva York para registrar su cotidianidad.En esas imágenes Soberats muestra su labor en el Seeing with Photography Collective, grupo con el que se reúne una vez a la semana. Yo compongo con base en los recuerdos.Sitúo a los modelos, pregunto los colores del ambiente que los...

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