Los tumbos recientes de la oposición

La actuación de la oposición en 2014 merece los mayores reproches, si se mide con las varas de la impaciencia y del fanatismo. Los que piden soluciones para mañana lanzan centellas contra la MUD y contra sus voceros, mientras los adoradores de las salidas radicales lamentan lo que consideran como una vacilación cómplice que no lleva a ninguna parte porque mantiene las cosas en el mismo lugar.En ambos casos estamos ante críticas que no se compadecen con una realidad difícil de mudar según el capricho de los reclamantes. La realidad tiene sus bemoles.En buena medida tales con ductas obedecen a la desinformación, o a la cera que tapa las orejas. En general la MUD trata de enfrentar las circunstancias de acuerdo a como vayan ocurriendo, pero los críticos aseguran que no hace nada. No hay pormenor relacionado con los asuntos del bien común que les pase inadvertido, aún los que parecen pequeños. Sin embargo, miles de guerreros apurados o de vehementes catecúmenos juran que no es así. El cortocircuito no se puede atribuir únicamente a quienes niegan el pan y la sal a la oposición agrupada en una mesa, sino a un estéril trabajo de comunicación. Se atienden los asuntos, pero pocos se enteran.Están los que no se quieren enterar, que son legión, pero es evidente que se ha fallado en el oficio de cacarear los huevos. Está el escollo de los medios controlados por el régimen, cada vez más cicateros con la política del adversario, y el espacio cada vez más reducido que puede ofrecer la prensa independiente, pero también la debilidad de los mensajes expuestos, la inconsistencia incapaz de mantener una clientela fiel o de hacerla crecer. También el hecho de que, tal vez, mucha gente no quiera escuchar a los que habitualmente se dirigen a ella.El mensaje parece adecuado si se somete a retoques que lo hagan más vigoroso, más digno de atención, pero no parece que suceda lo mismo con quienes lo desembuchan.Tampoco la MUD ha podido controlar los proyectos personales de algunos dirigentes desesperados por estar a la cabeza de todos los movimientos, de todas las protestas y de todos los reclamos, en un empeño de confundir las necesidades colectivas con los inte reses de un individuo o de un partido. Sin negar el derecho que tienen ciertos...

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