El túnel y el gorrión

Dicen que el Chapo Guzmán, el capo de Sinaloa, utilizó un gorrión para escaparse de su celda. Abrió un hueco ya famoso y por ahí se echó a volar; primero el pájaro, al que enterraron con honores y ahora le dicen el Chapito, y luego el narco. De verdad: era un gorrión amigo que iba catando el aire para que su jefe pasara después sano y salvo, como si sus ojos fueran también dos linternas.Por un túnel de un kilóme tro y medio que la escritora Ángeles Mastretta ha llamado, y con toda la razón, la obra de infraestructura más importante del sexenio: un sofisticado pasadizo en cuyo diseño intervinieron especialistas en minería y extracción de materiales, y al que no le faltaban ni la luz ni el aire, provisto con un avanzado sistema de ventilación en el que aun los gases más tóxicos fueron neutralizados y sacados de allí.Para eso era el gorrión, pa rece: para ir por delante probando y confirmando que el sistema de ventilación funcionara bien, y cuando estuvo muy claro que el pájaro volvió a su celda tal cual, el Chapo cruzaba el túnel hasta una casa en obra negra que él mismo había comprado para poder hacer lo que al final hizo: salir de la tierra, cambiarse de ropa y volver a ser un hombre libre. El pobre gorrión, el Chapito, fue encontrado en una caneca.Pero el mundo aún no sale de su asombro ante el relato, cada vez más minucioso y espectacular, de una fuga de las de antes que la especie humana ya se había resignado a ver y a esperar solo en las...

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