Modess

El título de hoy no es simpático ni elegante. Se podría pensar que estamos ante un artículo grotesco. No es así. El título de este artículo es como la foto de la morgue que publicó El Nacional y que causó estupor y rechazo. Los comunicadores sociales debemos poner el dedo en la llaga por más fea que ésta sea. Sabemos lo horrible que puede ser una morgue aunque ésta sea la de Disney World. Por su función, una morgue siempre será fea, pero sabemos que es absolutamente necesaria para que funcione la sociedad moderna, sin embargo, si la morgue es la de Bello Monte en Venezuela qué ironía, una cosa tan horrible en un sitio con un nombre idílico: Bello Monte se convierte en algo dantesco. Esa foto sólo es comparable con las impactantes imágenes de los cadáveres apilonados en los campos de concentración nazis. Hay cosas que no pueden explicarse con palabras. Algo parecido ocurre con el título de este traba jo. Es innegable, inédito e insólito el estado de zozobra en el que hoy andan las mujeres venezolanas porque escasean y, en el peor de los casos, no encuentran por ningún lado las toallas sanitarias. Quizás los hombres nunca llegaremos a entender lo que esto significa para nuestras mujeres. Las toallas sanitarias, al igual que el papel toilette, el jabón o la pasta de dientes, las damos por sentado. Son cosas que siempre están allí y cuando las cosas cotidianas siempre están allí, a uno se le olvida lo que pasaría si un día, simplemente, ya no estuvieran. Todos hemos escuchado las historias de cómo hacían nuestras abuelas y bisabuelas para afrontar el problema natural de la menstruación. Que si fabricaban gasas con algodón, o trapitos, o quien sabe Dios qué otra cosa. Al parecer era algo incomodísimo, como creo que actualmente sigue siendo, a pesar de la...

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