Más que acidez

Cuando se piensa en reflujo, lo primero que viene a la mente es la sensación de la bilis subiendo ardorosamente por el esófago. Aun así, el problema no siempre es tan evidente. El gastroenterólogo Jorge Landaeta explica que al margen de la acidez y la regurgitación, hay manifestaciones como tos sin causa aparente, irritación de garganta, ronquera, episodios más frecuentes de asma, erosión en los dientes y la tendencia a despertarse en las noches con hambre, náuseas y un sabor metálico. El reflujo gastroesofágico se debe a problemas de cierre de la válvula del esófago: ésa que evita que los alimentos y los ácidos gástricos no tengan la oportunidad de devolverse una vez que la gravedad ya hizo su trabajo. Cuando la válvula falla, el ascenso de los ácidos por el esófago tiende a inflamarlo y lacerarlo. Una persona con reflujo puede presentar una creciente dificultad para tragar, ya que con la cicatrización repetida de los tejidos, el esófago va estrechando su diámetro. Al margen de las molestias recurrentes, un reflujo no tratado puede llegar a evolucionar a úlceras esofágicas y lesiones precancerosas.

Tregua al esófago. Tras un diagnóstico médico efectivo, existen varias líneas de tratamiento para la ERGE. Además del uso de antiácidos comunesÂcon poder breve y limitadoÂ, existen medicamentos como los procinéticos (que ayudan a acelerar el vaciamiento gástrico) y los antagonistas de H2, que inhiben hasta cierto grado la secreción de ácidos. "También están los fármacos que mucha gente conoce como 'protectores gástricos': es ese grupo del omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, esomeprazol, etc", explica el farmaceuta español Juan Esplugues. "Su...

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