#300

Las efemérides poseen una magia que supera la lógica. Podemos argumentar, no sin razón, que fines de año, días de la madre o aniversarios, no son más que convenciones que nos inventamos para darle un sentido, que va de lo comercial a lo nostálgico, a días que no son sino la sucesión de otros días iguales. Pero por mucho que traten de convencerme que el Día de la Madre debería ser todos los días del mundo o que el 31 de diciembre no es sino un día inventado por el papa Gregorio XIII para poder darle final al ciclo de 365 días, me emociona llamar a mi mamá en su día y repartir abrazos a diestra y siniestra los fines de año. No es diferente con esta columna. La que leen en este momento es la número 300 que escribo ¡Casi 6 años!, y aunque podría argumentarse que 300 es tan digno como 299 o 301, no niego que se trata de una cifra que me provocaba celebrar desde que me di cuenta de que me iba acercando a ella. ¿La dedicaría para hacer un resumen? ¿Sería acaso una carta abierta que no termina de cuajar y que sigue en pendientes? No lo sabía. Sólo sabía que quería que fuese especial para mí; y ya en deuda con la entrega a la redacción de EL NACIONAL de estos caracteres que a veces se vuelven infinitos, me dieron un paquete. Adentro de él, un niño de 13 años llamado Gabriel me dejaba de regalo por escrito mi preciado artículo 300. Hola Sumito, soy Gabriel. Te fui a visitar a Mondeque en el mes de abril y me gustó mucho la atención que nos diste. No sé si recuerdas que soy de Puerto Ordaz. Esa vez que vine sólo comí una torta de chocolate porque soy alérgico a los productos de mar, me dijiste que cuando volviera te avisara para ver si era posible cocinarme otra cosa que no fuera del mar. Tengo 13 años y me siento orgulloso de tu trabajo. Te dejo este pequeño obsequio que representa varias zonas de Venezuela como agradecimiento por tu buen trato. Gracias por todo. La nota manuscrita con letra de niño, pero con la ortografía impecable que muchos desearíamos, venía acompañada de una franela con un Yo amo a Venezuela y figuras de madera de frutas venezolanas para pegar en la nevera con imanes. Más allá de lo halagador que fue el regalo, de lo arrugadito que me quedó el corazón, con su nota Gabriel resumía lo que nos ha pasado en esta última década. Esta es la década en la que la cocina, fundamentalmente gracias a la televisión, se convirtió en un fenómeno de masas que democratizó el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR